La sinagoga

El motor del Pontiac ruge mientras Alexander Miles sortea a gran velocidad el  intenso tráfico que los separa de Broome Street. Una conducción aparentemente  temeraria que los anárquicos taxistas de New York castigan con un par de insultos y  pitidos de cláxon, que sin embargo permite advertir una intensa habilidad y control  del vehículo que conduce. Miles es un veterano. De forma segura lleva el cohe al  límite para llegar al lugar de la acción cuanto antes, le aburre la cháchara  tecnocrata de van Wyk que hace rato que no levanta la vista de un pequeño terminal  de datos y el caracter reservado de Blind está por agotar su paciencia. La verdad es  que no sabe qué pensar de su equipo, todos saben que un equipo es tan fuerte como el  más débil de sus eslabones…

¿Qué música te gusta Blind? Seguro que te gusta el rock, veamos el sintonizador… Q104, esta emisora está bien. – comenta Miles mientras esquiva un par de coches con una mano mientras sintoniza la emisora local 104,3 FM.

No… ¿no podrías ir más despacio? – responde Blind Smoke Malone, un tanto asustado por las maniobras de Miles y la excesiva velocidad – Espero una llamada importante, y con tanto ajetreo ya no se dónde está mi teléfono...

Traqui, controlo el buga. Simplemente disfruta del viaje e intenta no vomitar porque no pienso parar, jeje. – responde con una sonrisa en los labios mientras comienza a sonar el Born in the USA de Springsteen a todo trapo.

Malone se acomoda como puede en el asiento. Ttras comprobar que un ensimismado van Wyk sigue en el asiento trasero trasteando entre aparatejos que ha ido sacando de su gabardina y ajeno a toda la historia, revisa su teléfono. Espera un mensaje de Phillipe, su contacto en la ciudad, un tipo versado y empapado de la cultura hebrea que quizás le pueda proporcionar información valiosa para el caso. Tras un suspiro de resignación se decide a ordenar ideas y concentrar su atención en el posible significado que el arcano del Mago pueda esconder. Algo en su interior le advierte de un inminente peligro…

Finalmente, Miles lleva el Pontiac a un pequeño espacio de aparcamiento cercano a la sinagoga y detiene el motor. 280 de Broome Street. El sitio es más pequeño de lo esperado pero a estas horas de la tarde hay un grupo de gente con kipá que está a la entrada del edificio hablando con un rabino de aspecto maduro que luce una cuidada barba gris que les invita a pasar.

¿Os ha gustado el viaje? En cuanto termine The Boss empezamos el trabajo, me encanta Bruce…

Por fin, pensaba que ibamos a estrellarnos en cualquier momento. Miralo, tan satisfecho de su habilidad de conducción, con los ojos entrecerrados escuchando la música pero con todos sus sentidos alerta, claramente un depredador. Bueno, al menos puedo dejar ya el Pontiac y estirar las piernas para relajarme un poco, porque con un suicida al volante y un fanático de los aparatejos creo que me tocará tomar la iniciativa en la conversación.

La calle está prácticamente desierta y el grupo de judíos se agolpa a la entrada de la sinagoga, posiblemente para las plegarias de la tarde o Minjá en la que entonan rezos en común en plena sinagoga. Además, por la cercanía del Yom HaShoah bien podrían estar preparando algunas actividades conmemorativas extras entre los miembros de la comunidad. Bien, mientras suena las últimas palabras de la canción «…Born in the U.S.A. I’m a cool rocking Daddy in the U.S.A.» y Miles se activa revolviendo su mochila, veo que van Wyk por fin levanta la mirada del terminal. parece que el juego empieza…

En la parte trasera del coche, Patrick levanta finalmente la mirada de su computadora con una sonrisa en los lábios. El sistema informático está enlazado y ahora disponemos de acceso inmediato a los ordenadores centrales de datos de AECorp a través de nuestros terminales portátiles. La información es poder. Incluso ese presuntuoso de Parson debe reconocer un buen trabajo como este. Miro por la ventana y veo que estamos frente a la sinagoga. Miles está dejando algo de artillería pesada bajo el asiento del Pontiac, tras comprobar que su Magnum está en perfectas condiciones se pone unas oscuras gafas de sol y sale a la calle en plan guardaespaldas. No es hombre de muchas palabras, de manera que dejaremos que Malone tome la iniciativa, así quizás tenga ocasión de colocar algún dispositivo de espionaje en la sinagoga.

Malone está charlando amigablemente con algunos miembros de la congregación en las puertas de la sinagoga. Parece que tiene labia suficiente y encanto personal como para mezclarse con ellos sin demasiados problemas, de modo que aprovevho para buscar el registro de comunicaciones de la sinagoga. Los técnicos de AT&T siguen colocándolos en la fachada del edificio de modo que no será complicado colocar un pequeño receptor transmisor por satélite para estar al tanto de las conversaciones. Además, veo una bonita cámara de seguridad justo al lado de la entrada de la sinagoga que bien podría servirme, menos mal que siempre llevo en mi banderola material de última generación. Solo tengo que aprovechar mi momento y añadiremos dos buenas fuentes de control sobre la sinagoga y sus alrededores, ningún problema para Patrick van Wyk. Finalmente, el rabino Barash invita a la gente a entrar a la sinagoga y esa es justo la distracción que necesitaba. Apenas unos segundos más tarde los dispositivos están colocados y en pocos minutos lograré sincronizarlos con el sistema del NY7 que he montado. Perfecto, y ahora entraré para dar algo de respaldo a Malone.

Mientras, Malone y Patrick entran a la sinagoga, Miles sigue cerca del coche controlando ambos extremos de la calle. No le gusta hablar demasiado pero nota que hay alguien vigilando la zona. Piensa: «Ellos hablan, yo actúo», de modo que se mantiene alerta en busca de posiciones hasta que acaba por ver un par tipos que se encuentran en una pequeña tienda de muebles sin intenciones aparentes de comprar nada. Evidentemente son del gremio, aunque no tan profesionales, se les nota las armas bajo las chaquetas y fuman nerviosos mientras intercambian miradas de nerviosismo. Es posible que nuestra presencia haya evitado algún acontecimiento porque al final, uno de ellos habla por un teléfono móvil mientras el otro no deja de observar la entrada de la sinagoga. Tomo posición por si acaso, pero parece que han desistido. Me limitaré a controlarlos y cubrir las espaldas a mis compañeros apenas perceptibles detrás del umbral de la puerta del templo judío. Parece que Malone está conversando con el rabino.

Asisto desde segunda fila como mi compañero Malone interroga al rabino Barash como si fuera uno más de la comunidad judía. Aunque frío en el trato, el rabino reconoce que el interés de los italianos es por el solar de la sinagoga, que intentaron comprar hace tiempo. Parece que la negativa llevó a «otros métodos», pienso. Al preguntarle por Moustake se le nota orgulloso de su antiguo alumno y espera que pueda recuperarse, sobretodo de los dedos rotos, para que pueda crear más arte, que es de lo que vive.

La conversación sigue un rato pero desconecto y me giro a ver que está haciendo Miles y lo veo con la mano en el costado, mirando hacia lo lejos. Vaya, parece que se pone nervioso con facilidad, pero lo cierto es que en la esquina de la frutería del fondo hay un par de tipos sospechosos. A ver, pero si parecen italianos, y demasiado a la vista. Parece que les gusta intimidar a las claras. En ese momento escucho como Malone está preguntando si conoce a un tal Tobías Sigler pero el mohel de la comunidad aparece y requiere al rabino con insistencia. Tras una cortés disculpa nos quedamos con la duda de quién será ese tal Sigler. Otro día será. Aquí ya no tenemos más que hacer y tenemos que reunirnos con los demás.

-Bueno, yo ya tengo hambre. ¿Nos vamos a comer a un thai? –insinúo a mis compañeros con una sonrisa desenfadada.

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3 Respuestas

  1. necrus dice:

    Cuando llegamos, recojo un par de cosas de mi mochila y la escondo debajo del asiento. Mientras salimos del coche, observo todo lo que hay a mi alrededor e intento descubrir si hay algún personaje del tipo guardaespaldas o algo similar. Pues creo que los judíos se habran protegido de una posible represalia de los italianos.

    Mientras nos acercamos a la sinagoga, les indico a mis compañeros que soy un hombre de acción, asi que las palabras se las dejo a ellos. 😀

  2. al_khadhulu dice:

    Me dirigiré hacia la gente para informarme sobre lo que están celebrando. ( Si no lo supiese ya por el día de la semana o fecha señalada…) .
    Si parece conveniente me presentaré al Rabino cuando sus acompañantes hayan entrado.
    Si entran y se puede, también entraré.
    Si mis capacidades me lo permiten intentaré pasarme por ,al menos, “ conocedor de la cultura judía“. Intentaré entablar una conversación amigable. Si puedo engañarle haciéndole creer que soy judío no dudaré en hacerlo.

  3. Galen dice:

    Asisto desde segunda fila como mi compañero Malone interroga al rabino Barash como si fuera uno más de la comunidad judía. Aunque frío en el trato, el rabino reconoce que el interés de los italianos es por el solar de la sinagoga, que intentaron comprar hace tiempo. Parece que la negativa llevó a “otros métodos”, pienso. Al preguntarle por Moustake se le nota orgulloso de su antiguo alumno y espera que pueda recuperarse, sobretodo de los dedos rotos, para que pueda crear más arte, que es de lo que vive. La conversación sigue un rato pero desconecto y me giro a ver que está haciendo Miles y lo veo con la mano en el costado, mirando hacia lo lejos. Vaya, parece que se pone nervioso con facilidad, pero lo cierto es que en la esquina de la frutería del fondo hay un par de tipos sospechosos. A ver, pero si parecen italianos, y demasiado a la vista. Parece que les gusta intimidar a las claras. En ese momento escucho como Malone está preguntando si conoce a un tal Tobías Sigler pero el mohel de la comunidad aparece y requiere al rabino con insistencia. Tras una cortés disculpa nos quedamos con la duda de quién será ese tal Sigler. Otro día será. Aquí ya no tenemos más que hacer y tenemos que reunirnos con los demás.
    -Bueno, yo ya tengo hambre. ¿Nos vamos a comer a un thai? –insinúo a mis compañeros con una sonrisa desenfadada.