Un viaje inesperado: Parte 3- Un encuentro inesperado

DadoEl sonido de la batalla que estaba teniendo lugar en la cubierta era muy evidente, al menos para Nori, a pesar de la terrible tormenta en la que el barco estaba inmerso. Los jóvenes héroes no estaban en absoluto preparados para meterse de lleno en una pelea, pero empuñaron sus armas y decidieron salir a la cubierta mientras escuchaban al Capitán Rihab llamar a las armas a su tripulación.  Yamu y Lancia temían que les estuviera atacando algún tipo de monstruo marino, como un terrible kraken, lo cual les daba un poquito de miedo… Pero aún así no dudaron en salir del camarote. En el pasillo se toparon de frente con un montón de marineros armados con rifles, alfanjes y sables que corrían hacia la cubierta, con el propio William Shield que hacia lo mismo y con un inesperado Frank Melher.

Los héroes y Frank se quedaron mirándose enfrentados. La sorpresa de los chicos no era en absoluto comparable con la de Frank. Cuando empezaban a hacerse preguntas unos a otros sobre los motivos que llevaban a ambos a este viaje, William les interrumpió llamándoles a la cautela y ordenando que se quedaran en los camarotes. Lancia pidió a los chicos, en especial a Yamu, que dejaran las discusiones para después y subieran a toda prisa a la cubierta. Haciendo caso omiso del desesperado William, todos, Yamu, Lancia, Nori y Frank subieron corriendo las escaleras para reunirse con el Capitán Rihab y Eduardo que esperaban al final con las armas empuñadas. Desde alli pudieron ver una extraña criatura sin forma, una especie de torbellino de agua que emitía una especia de tentáculos y chorros en todas direcciones. Parecía estar completamente formado por agua, y no tenia ni rostro ni boca. Eduardo les dijo que era un elemental de agua, y de los grandes. Suelen vagar por alta mar, sobretodo cerca de la tormenta verde que al parecer provoca la aparición de estos fenómenos mágicos. Este elemental parecía haberse acercado demasiado a la costa, quizás debido a la deriva de la tormenta verde. Sin mucho tiempo para explicaciones, los chicos cargaron contra el monstruo que estaba atacando a los marineros. Nori apuntó con el rifle, pero el terrible movimiento del barco y el resplandor de los relámpagos le jugó una mala pasada y la bolsa de pólvora cayo al suelo, distrayéndole momentáneamente. Yamu, consciente de no ser un gran nadador, se aseguro de agarran un buen madero para tenerlo a mano y golpeó con fiereza el cuerpo de la criatura. Lancia y Frank se lanzaron al combate, y la criatura les atacó a los dos. Lancia evitó con facilidad y agilidad el golpe, y se lo devolvió. Frank desvió el golpe con su espada, pero se quedó en mala posición para poder golpear con eficacia. La criatura agarró a un marinero y lo engulló en su cuerpo totalmente hecho de agua, con lo que los chicos vieron como empezaba a ahogarse. Siendo conscientes de ello, todos los héroes, incluso Frank, decidieron cargar ferozmente para liberar al marinero antes de que se ahogara o la criatura se lo llevara al fondo del mar. Cuando todos cargaron contra la criatura, el disparo del rifle de Nori resonó por encima de los truenos y la criatura se desplomó, perdiendo la integridad y mojando aún mas a todos los presentes. Lancia recogió al marinero para comprobar que estaba bien, mientras el Capitán ordenaba a sus hombres que aseguraran la cubierta y se reagruparan.

Aparentemente el peligro había pasado, pero ahora empezaban las preguntas. A los tres jóvenes héroes se les hacia muy raro ver a Frank, de repente, en el barco, pero el Capitán Rihab quiso desmarcarse como sospechoso de una posible trama delatando a Frank, confesando que este había subido como pasajero, pagando pasaje y todo, en el puerto de Alham, mientras ellos estaban fuera acompañando a Nori a caerse y romperse el brazo. Las miradas fueron entonces para Frank directamente, que dijo ser enviado directamente por las fuerzas del orden de Carabás, concretamente por la Capitana Finn, para seguirles. Al parecer, según explicaba Frank, alguien les vio embarcar en el «Crines de espuma» de forma furtiva y a altas horas de la madrugada, y como ese comportamiento era muy sospechoso, fue elegido por la Guardia de Carabás para seguirles con la misión de protegerles. En ese mismo momento, William estalló en carcajadas. Hasta el momento, William Shield habia escuchado a Frank atónito y con cara de no creer lo que estaba escuchando, pero la idea de haber sido enviado a protegerles le pareció demasiado divertida. Mientras William y Frank discutian, a nadie se le escapó que William no se creía la historia de Frank, no por desconfianza, sino por todo lo contrario: de alguna forma, estaba seguro de que Frank no podía haber sido enviado a protegerles. Estaba claro que los chicos tampoco se tragaron esta historia, pero aún así le preguntaron por las ordenes. Frank dijo que como tuvo que salir con prisa, no las llevaba encima, pero aseguro que las tenia. Quizás para salir del atolladero, Frank pasó a la ofensiva, preguntando a los jóvenes héroes el porque de su huida. Lancia dijo estar en misión secreta para la Marquesa, y su plan era llagar a Rohan para conseguir un magnifico caballo para las cuadras de Nefer. Yamu le acompañaba como escolta oficial de la Guardia de la Ciudad y Nori en calidad de guía, ya que debían cruzar las salvajes tierras del norte, Gondor y Rohan. Frank tampoco pareció creerse en absoluto esta historia, pero la aceptó al igual que Lancia y los demás aceptaron la suya. Como tampoco podían discutir mucho mas sobre el tema, era de noche cerrada y la tormenta arreciaba, decidieron ir a descansar y continuar la charla por la mañana.

Los chicos se despidieron, y Frank se dirigió a su camarote. Le cortó el paso William para advertirle, con aire amenazante, que no sabia quien era, pero estaba seguro de todo lo que había dicho era mentira y no se fiaba de él en absoluto. Le aviso que no le quitaría ojo de encima y le confesó que eso lo haría porque él si que había sido enviado a cuidar de los chicos. Frank se dio cuenta de que había metido la pata con su coartada, pero no se amedrentó ante William y le dejó plantado para irse a dormir…pasara lo que pasara, ya había conseguido su objetivo. Ahora todo debía ser mas fácil.

Antes de separarse, los chicos volvieron al camarote de Lancia para hablar sobre Frank. Nori era mas partidario de dejarle abandonado en alguna isla, o arrojarlo por la borda. A Yamu no le desagradaba esa idea, pero prefería dejarlo atrás en cuanto pudieran. Sin embargo Lancia, quizás llevada por algo mas que sus instintos, pensó que lo mejor seria llevarlo con ellos. Si lo dejaban en la estacada, Frank volvería a Carabás e informaría de su posición, Puesto que no creían en su historia, todos estaban seguros de que nadie ,excepto el propio Frank, sabia de su huida. Si hacían el camino con él, no podría avisar a nadie, con lo cual es como si no hubieran sido descubiertos. Lancia se salió con la suya, ya que los chicos aceptaron la propuesta, pero solo porque era una muy buena idea. Pero incluso asi, a Nori no le acababa de gustar la idea y criticó un poco a Lancia por querer traer a un chico con el que había salido. Lancia se molesto otro poco, y se defendió diciendo que ella no le había traído, que había venido sólito y que ademas no salia con él. Nori le recordó el asunto del baile, pero la discusión no llegó a mas, por la cuenta que le traía a Nori.

A la mañana siguiente todos los chicos se reunieron. Notablemente mas calmados, veían las cosas desde otra perspectiva y le dijeron a Frank que aceptaban su «escolta». Incluso Yamu acepto a regañadientes, a pesar de que según él aquí nadie enseñaba sus papeles, aludiendo claramente a la falta de transparencia tanto de Frank como de ellos mismos y dejandole claro que no se fiaban de él. El día pasó tranquilamente mientras veían al Capitán charlar con señales con los mercantes con los que se cruzaban, a William  vigilandoles desde la borda y mientras Frank trataba de poner la peor cara del mundo cuando Lancia le miraba. A Lancia le hacia gracia investigar al muchacho y se paso el día preguntándole acerca de su cubículo y de la Capitana Finn, al parecer la única mujer en la Guardia de Carabás. A Frank le hizo gracia el comentario sobre el bigote de la capitana, pero trató de que no se notara.

Cuando pasaron cerca de las ruinas de la fortaleza costera de Al-Bassid, el Capitán les volvió a contar la historia: Los Sohines se unieron para hacer un frente común contra el poder del Jerifato de Al-Bassid, y contrataron a un montón de mercenarios y piratas para atacar desde el mar, sabedores que el Jerife creía que no tenían fuerzas navales. Dada la idiosincrasia de los mercenarios contratados, cuando la batalla se recrudeció y los soldados del Jerifato trataban de abandonar la fortaleza en llamas, muchos de los barcos masacraron a los que trataron de escapar. Muchos de los Sohines presentes trataron de detener el final de la batalla, pero otros, guiados por la venganza o la sed de sangre, continuaron la persecución. Esa fue la primera y última batalla de la unión de los Sohines, ya que oficiosamente se disolvió la alianza antes de acabar la batalla. Los Sohines nunca mas han vuelto a unirse y las peleas entre ellos se han recrudecido desde entonces, ya que muchos culpan a los que continuaron con la violencia de la locura de Al-Bassid. Al morir su hijo en esta batalla, el Jerife Amud Al-Bassid empezó una campaña militar de castigo contra los Sohines, de forma que desde entonces la región de Harad se halla en un estado de guerra de guerrillas permanente y el Jerifato de Al-Bassid bajo una estricta ley marcial y con impuestos cada vez mayores y mas descabellados.

Al tercer día amanecieron en la Bahia de Belfalas y el Capitán les informó de que llegarían por la noche a Linhir. El día era perfecto a pesar del frío, o lo era hasta que el vigia dió voz de alarma. Dos barcos pequeños se acercaban directamente hacia ellos, y el Capitán sabia muy bien porque. Llamó a los chicos y les dijo que si querían ver piratas, esta era la ocasión, y se rió a carcajadas. William trató de obligar a los muchachos a esconderse en los camarotes, pero solo Lancia lo aceptó. Nori dijo que podía ayudar con su rifle y su arco, mientras que Frank dijo estar obligado a defender el barco como miembro de la Guardia. Yamu no quiso ser menos y no dudo en quedarse a su lado en la cubierta. Eduardo les entregó unos rifles cargados para unirse a las andanadas en cuanto estuvieran a tiro. El Capitán ordeno cargar los culverines mientras criticaba a Nori diciendo que en el mar los arcos no sirven de mucho contra los barcos. Nori se sintió un poco herido en el orgullo y ni corto ni perezoso se subió al puesto de vigia para tener un buen angulo y preparó su arco. Lancia escuchaba preocupada las salvas de los cañones de ambos bandos. Ella no sabia disparar cañones, ni rifles, no podía ser de ayuda en un tiroteo, pero estaba dispuesta a pelear si los piratas abordaban el navío. Resulto que Yamu y Frank tampoco iban a ser de ayuda en el tiroteo. Tras ver con horror como las salvas cargadas de metralla segaban la cubierta de su barco, hiriendo a un montón de marineros, se quedaron a cubierto esperando la orden de disparo. Sus propios cañoneros tuvieron mucha puntería y uno de los barcos fue enviado a pique con un par de disparos prodigiosos, pero el otro navío parecía imparable. Una vez estuvieron a tiro, los marineros dispararon sus rifles y Frank y Yamu erraron sus disparos como era de esperar. Todos se prepararon para el abordaje, salvo Nori, quien desde su posición disparo una silenciosa flecha que golpeo al Capitán pirata en el brazo mientras arengaba a sus hombres. Los barcos chocaron y la pelea se ensució. Los piratas eran muy numerosos y el Capitán Rihab había sufrido muchas bajas. Mientras Nori cubría a sus compañeros desde su posición, Frank y Yamu se las apañaban para seguir peleando quitándose de encima a los piratas. En medio de la confusión, los dos muchachos se sorprendieron apoyándose el uno en el otro, quizás movidos por los uniformes que vestían. Lancia se asomó por las escaleras y vio el zafarrancho. Ni corta ni perezosa, salió de un salto y por sorpresa y empezó a derribar piratas. La visión de Lancia pareció animar a los marineros quienes, inexplicablemente cambiaron las tornas del combate, hasta el punto de que el Capitán y Eduardo saltaron al barco pirata para contraatacar. Mientras Yamu, Frank y Lancia limpiaban su cubierta de piratas, Nori liquidó al Capitán enemigo y su segundo se a bordo ordenó la retirada. Mientras los piratas huían, los héroes vieron como recogían a los supervivientes del naufragio. El Capitán y toda la tripulación agradeció enormemente la ayuda recibida, y William tuvo que admitir que quizás si que estaban preparados para cuidarse solos. Los marineros agradecieron especialmente su actuación a Lancia, hacia la que sentían una terrible debilidad, y a Nori, que se afanaba en tratar a los numerosos heridos. Los marineros que estaban en condiciones empezaron a  despojar de sus pertenencias a los piratas. Como era un botín y debían ser justos, repartieron el dinero entre todos, incluidos los jóvenes héroes. Frank recogió también unas cuantas dagas lanzables bastante feuchas, pero que le servirían. Este hecho fue criticado por Nori y Yamu, por su falta de glamour, pero Frank respondió que él había pasado mucha hambre y sabia aprovechar las ocasiones. El reparto de la ropa era mas peliagudo. Los marineros aceptaron regalar la chaqueta de cuero a Frank, que solo llevaba su uniforme como protección, pero querían quedarse con un magnifico cinturón mágico. Lancia miraba en cinturón con ojos golosos y Frank se dio cuenta de que Lancia no iba a pedírselo a sus amigos los marineros, así que lo hizo él mismo. Los marineros, ante la petición de Frank, decidieron entregarle a Lancia el cinturón a cambio de que Frank les diera su parte del botín, y dejaron claro a la vez que lo hacían porque Frank había dicho que era para Elisabeth. Lancia dio las gracias a los marineros y a Frank, y ambos grupos se mostraron claramente satisfechos.

Por la noche, como el Capitán había prometido, llegaron a Linhir. Tanto Eduardo como el Capitan Granbigote se despidieron efusivamente, indicándoles que pasarían unas semanas navegando por estas aguas de puerto en puerto, y que cuando volvieran preguntaran por ellos en cualquier pueblecito costero, ya que estarían encantados de volver a llevarles a bordo. Antes de despedirse, Lancia quiso hacer galletas para los marineros y les regalo unas pocas a cada uno. Los marineros, prendados de la personalidad de Lancia, no pudieron esconder su tristeza por su marcha y algunas lagrimas escaparon de los marcados y recios rostros de los marineros. Negándose a abandonar a Lancia y sus amigos a su suerte, les acompañaron para que se hospedaran en la mejor posada del puerto de Linhir. Los marineros consiguieron, a base de caras duras y unas pocas amenazas tipicas, que el posadero les hospedara gratuitamente en la que ahora seria la posada mas segura. Tras este último favor, se despidieron del grupo con la esperanza de volver a ver al grupo de jóvenes valientes que había ganado sus corazones.

Todos durmieron a pierna suelta, excepto Frank. Se consideraba un superviviente nato, con lo cual nunca se había acostumbrado a dormir demasiado profundamente ni demasiado tiempo seguido. Creía que seria el primero en levantarse, antes incluso que el propio sol, pero cuando bajo las escaleras para desayunar algo en la barra, allí estaba esperándole William liándose un cigarrillo. Ante la sorpresa de Frank, William le confesó que temía que trataran de dejarlo tirado en la posada saliendo de madrugada, y por eso había pasado la noche en duermevela en la taberna de la posada. Ademas de esto, le confesó que su trabajo era el de cuidarles y lo iba  a hacer quisieran o no.

Lancia se levantó ,según lo que ella creía, muy temprano, y fue derecha a llamar a la puerta de Frank para reunir al grupo y desayunar. Yamu y Nori la encontraron esperando una respuesta de la habitación vacía. Todos pensaron que Frank se habría ido, y a casi nadie pareció importarle. Solo Lancia pareció alegrarse cuando descubrió que William y Frank estaban esperándoles para desayunar. Sonrió mientras William y el propio Frank les recriminaban su falta de disciplina por levantarse ta tarde, al tiempo que Yamu se escudaba en el hecho de que estaban en una misión secreta y no tenían prisa ninguna, pues no se trataba de un asunto de vida o muerte. William les advirtió que les acompañaría al menos hasta Minas Tirith, cruzado las llanuras de Lebennin, tanto si querían como si no. Ya era bastante evidente para todos que William tenia como misión acompañarles, pero nadie se planteaba quien o quienes le habían enviado. La mayoría daba por supuesto que habían sido alguno de sus padres, que se habían enterado de algún modo. Por algo eran los Grandes Héroes.

Antes de salir, Nori les advirtió que posiblemente se preparaba una lluvia y haría frío, así que seria mejor que se abrigaran. Viniendo de una zona tropical en mitad de un desierto, ninguno de ellos, salvo William, llevaba ropa de abrigo, así que se decidieron a realizar una de las tareas que mas le gustaban a Lancia: ir de compras. Entraron en una tienda de textiles del propio puerto de Linhir, y Yamu fue el primero en agenciarse un comodo y ligero abrigo muy eficaz y nada barato. Lancia y Nori tardaban en decidirse, probándose modelos y comparando precios y estilos. Frank se horrorizaba con los precios mientras miraba su parca bolsa de monedas. Miraba con interés un buen abrigo, pero sabia que no podía pagarlo. Estaba pensando en que no seria difícil cogerlo en un despiste del dueño. No era la primera vez y tenia cierta maña. Un chico solo tiene que hacer lo necesario para salir adelante. Quizás Lancia le leyó la mente, o quizás solo vio que Frank miraba fijamente un abrigo que no podía permitirse, así que se dijo a ella misma que comprarle el abrigo era simplemente una forma de devolverle el favor por el cinturón de los piratas. A Frank se le desvanecieron las ideas criminales en cuanto Lancia le ofreció con una dulce sonrisa de satisfacción el abrigo que estaba pensando robar. No pudo mas que darle las gracias y quedarse pensativo un buen rato mientras Lancia se probaba mas modelitos. La atmósfera volvió a la normalidad cuando Nori salió de los probadores con una magnifica y ostentosa casaca de lino con un forro de piel de  armiño que le costó una buena cantidad de monedas, que según él valieron la pena para vestir con estilo.

Y salieron todos juntos, mas bien tarde que pronto, hacia en norte. Por el camino se encontraron con una patrulla de soldados de Gondor que se extrañaron de los uniformes que algunos del grupo poseían y les indicaron amablemente la mejor ruta por las llanuras y las postas que podían encontrar. El cielo amenazaba lluvia y Nori dijo que debían ir pensando en buscar un refugio para comer alguna cosa. El propio Nori vio entre los matorrales un gato montes y preguntó al grupo si le gustaban los gatos. Lancia dijo que a ella le encantaban, porque eran muy monos, peluditos y blanditos, pero Nori no quiso decirle que su pregunta no iba por esos derroteros, y decidió que seria mejor tirar de raciones de viaje. Buscaron un refugio bajo a gran roca para no mojarse mientras llovía y aprovecharon para comer. Solo Frank y William abrieron raciones de viaje. Nori y Lancia aceptaron la invitación de Yamu para apurar unas uvas y algunos plátanos que le quedaban de la compra de Alham. Frank desaprobaba la conducta decadente de Yamu echándole en cara que nunca había tenido que pasar hambre, pero los chicos se defendían diciendo que seria peor dejar que se echara a perder la fruta. Justo en mitad de la discusión, un grupo numeroso avanzaba a trompicones hacia ellos bajo la lluvia. Se podrían haber confundido fácilmente con algún tipo de muerto viviente, pero al acercarse vieron que era solo un grupo de mendigos. Les pidieron algo de comida y un sitio cerca del fuego, y Lancia no se lo pensó dos veces. Yamu y Nori también les hicieron un hueco sin problemas, pero William y Frank desconfiaban de los mendigos. Solo cuando Lancia les regaño les dieron alguna de sus raciones. Lancia se intereso por los mendigos y charlo un rato con ellos mientras comían. Descubrió que iban en la misma dirección y. ni corta ni perezosa, se ofreció a acompañarles hasta la gran ciudad de Minas Tirith. Esto llevó a una especie de revuelta general. Por supuesto que William y Frank estaban en total desacuerdo, pero incluso a Nori y Yamu les parecía una muy mala idea acarrear con unos vagabundos que les retrasarían y harían mas peligroso su viaje. Pero a pesar de que todos trataron de convencer a Lancia, aceptaron su decreto bajo la amenaza de acompañar a los vagabundos ella sola. Muy agradecidos a Lancia, los vagabundos les guiaron hasta la posta mas cercana para pasar la noche y se ofrecieron a tratar de conseguirles comida gratis. Lejos de aceptarlo, Lancia fue la que insistió en pagarles su cena y su alojamiento. Frank se subía por las paredes en su interior. Lancia no solo podría ser un blanco fácil para cualquier desalmado de mente retorcida que hay suelto por el mundo, pero si encima estaba haciendo gala de su generosidad y riqueza la cosa empeoraba por momentos. A Yamu y a Nori no parecía importarles. Quizás ya se habían acostumbrado a la forma de ser de su amiga, pero a Frank le parecía temerario.

Cenaron y bebieron en abundancia, acompañados de los labradores locales y sus ya amigos vagabundos, y Lancia quiso alegrar el ambiente tocando la pandereta y bailando. Frank pensó que la cosa empezaba a ser critica, asi que trató de proteger a Lancia, hablando con el posadero en secreto y pidiendo una habitación al lado de la de la señorita. Además, pidió al posadero que la cerradura de Lancia fuera la que mas ruido hiciera, pero el posadero dijo que todas sus cerraduras estaban en muy buen estado, y que como no echara carbonilla…

Mientras Lancia bailaba por turnos con todos los presentes vio a la persona con quien quería bailar subir sola las escaleras.

Frank subía solo las escaleras, con los bolsillos llenos de carbonilla. La echó con cuidado en la cerradura de Lancia para que cualquier intento de forzarla fuera ruidoso, y además, levantó unos tablones del suelo para que crujieran al pasar por delante. Con la tranquilidad de que ahora Lancia estaría segura, se fue a su habitación mientras veía desde arriba como Lancia bailaba con sus amigos.

Ya era muy de noche cuando los chicos se retiraron a dormir, pero Lancia se quejó de lo ruidosa que era su cerradura. Yamu se ofreció a cambiar sus habitaciones, pero Nori sacó sus cajas de herramientas y decidió echar un vistazo. Cuando se trataba de mecanismos algo se disparaba en la mente de Nori. El enano descubrió fácilmente que alguien había echado carbonilla en la cerradura a propósito, posiblemente una travesura. Además, se fijó en que los tablones estaban sueltos, pero se negó a hacer trabajos de reparación gratis para el posadero. Limpió la cerradura y se fue a dormir.

Al día siguiente se repitió la historia. Frank se levantó temprano para encontrar a William esperándole en la taberna, y los chicos se levantaron bastante mas pronto que el día anterior, pero de nuevo quizás demasiado tarde. Aún así tuvieron que esperar a los vagabundos, y salieron todos juntos hacia Minas Tirith. Haciendo caso omiso de los consejos de los vagabundos, Nori guió al grupo por la ribera del río entre los cañaverales para acortar tiempo. Para sorpresa de todos, el atajo funcionó, y llegaron sin ningún contratiempo a la gran ciudad de Minas Tirith por la noche. Las grandes puertas de la ciudad blanca se alzaban ante ellos.

¿Que maravillas encontrarían en la gran ciudad? Se preguntaba Lancia .

¿Que peligros nos acecharan? se preguntaba Frank .

¿Porque tenemos que cargar con Frank? se preguntaba Yamu.

¿Iré bien vestido para la ocasión? se preguntaba Nori.

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