Un viaje inesperado: Parte 4- Problemas del primer mundo

Dado Era ya noche cerrada cuando el joven grupo llego a las puertas de la ciudad. No eran los únicos que deseaban pasar la noche a cubierto, ya que la ciudad de Minas Tirith hervía en bullicio hasta altas horas de la madrugada. Viajeros comunes, comerciantes, titiriteros y gente de toda clase cruzaba las puertas de la ciudad en busca de refugio. Los guardias de la puerta no detuvieron mucho tiempo a los chicos, simplemente les informaron que las puertas de la ciudad alta no se abrirían hasta la mañana y que debían pasar la noche en alguna posada de la parte baja de la ciudad, muy preparada para albergar gran cantidad de viajeros de paso y repleta de posadas de una noche.

Los jóvenes héroes no tenían ningún motivo para quedarse mas de esa noche en la ciudad, pues su misión estaba mas allá, en las tierras de Rohan, pero a pesar de ello todos (salvo por la eterna excepción de William Shield que se echaba las manos a la cabeza ante cualquier decisión del grupo y la negativa de Frank, que veía un peligro en cada esquina) querían pasar al menos un día en la pintoresca y animada ciudad. Después de todo esta había sido la vez que mas lejos de Carabás habían estado, y habían oído hablar de la gran ciudad de plata a muchos aventureros, mercenarios y viajeros en Carabás.

El primer problema seria encontrar un lugar donde dormir. Los vagabundos amigos de Lancia se habían despedido de ellos (y principalmente de ella) hacia un rato y , de todas formas, no iban a resultar de ayuda en este menester. Lancia le preguntó a un pintoresco habitante de la baja ciudad, con los dientes algo maltrechos y marcas en la cara, en donde podrían dormir. Tras una breve charla en la que el pintoresco habitante le ofreció solo a Lancia dormir en su casa, esta consiguió la dirección de una posada de viajeros cercana.

Mientras caminaban hasta la posada, a Frank le remordió un poco la conciencia y se disculpó ante Lancia por haberla llamado tonta en la discusión de hace dos días, la de los vagabundos. Lancia aceptó las disculpas, un poco tardías, pero con buena intención.

La posada, tal como esperaban, era un nido de ratas y chinches. A William no pareció importarle mucho, pero a los demás si. El precio que se les cobró por cada habitación era claramente desorbitado, pero lo podían asumir. La comida servida no tenia nada de sabor, ni eran especialidades locales. Mientras cenaban, los jóvenes hacían planes sobre su día de turismo. Las discusiones no tardaron en llegar: Lancia y Nori querían ir de compras, por supuesto, y ambos coincidían en su gustos. A Frank no le parecía bien perder el tiempo en mercadillos y tiendas de ropa, pero a Yamu le apetecía ver monumentos, lugares pintorescos y probar especialidades locales. A William todo le parecía una perdida total de tiempo.

Antes de ir a dormir, Lancia pidió unas sabanas limpias al posadero al ver las suyas. El posadero le dijo que esas eran las limpias, así que dispuso unas toallas y sus vestidos por encima para evitar al máximo el contacto.Pese a que no pudieron dormir muy bien, mordidos por las chinches, nadie se dio cuenta de que Frank se levantaba en mitad de la noche y abandonaba la posada. Buscó un servicio de correo en las caballerizas locales para enviar un secreto mensaje. El precio del servicio era inasumible para Frank, pero al final llegó a un acuerdo con el jinete mensajero y este se quedo con todo su dinero y un par de dagas piratas.

Al dia siguiente todos, incluidos un William a regañadientes y un Frank mucho mas ligero, desayunaron un mal desayuno y se marcharon, llenos de alegría, hacia la parte alta de la ciudad. Esta parte era muchísimo mas elegante, repleta de lugares con encanto y tiendas en las que Nori y Lancia no paraban de mirar y rebuscar. Nori se compró unos guantes y unas botas de terciopelo negro, gamuza y filigranas doradas, y Lancia compró un bonito vestido para su mejor amiga Lavinia y complementos variados para las demás chicas. Frank veía con asombró y un poco de rabia como Lancia iba cargada de bolsas repletas de cosas que realmente no necesitaba, y que rápidamente dejaba al cargo de Yamu y el propio Frank para poder correr hacia mas gangas. Nori caminaba como si fuera el dueño de la ciudad mientras entraban en la plaza de la colina. Mientras Yamu compraba cucuruchos de tomates Cherry para todos, Lancia y Nori hacían cola para ver el famoso mirador de la torre. Entre el bullicio, Frank vio la oportunidad para vaciar algunos bolsillos de gente que, evidentemente, tenia mas dinero del que merecía. Desgraciadamente, la vigilancia de los guardias de la plaza y la presencia de sus propios compañeros no le fue propicia. Durante toda la mañana estuvo intentando robar de los bolsillos de la gente, pero esto solo sirvió para que Lancia pillara un enfado al darse cuenta de que Frank parecía mirar mas a las jovencitas y damas locales que a ella misma (y algunas de ellas no eran ni siquiera hermosas) y Nori le descubriera intentando robar. Con su típico aire de superioridad, Nori le mostró con lenguaje corporal que lo había pillado, ante la airada mirada de Lancia.

Se hacia la hora de comer y William quería reunir al grupo para contarles una cosa importante. William confesó que había sido enviado por unas personas a las que no iba a delatar tanto para cuidar de ellos en el viaje como para vigilar sus acciones y descubrir su misión. Pero el hecho de haber realizado la parte mas peligrosa del viaje no solo sin problemas, sino superándolos y saliendo airosos, le hacia opinar que no necesitaban su protección. Había decidido dejarles solos hasta su destino, a través de rutas mucho mas seguras, y diría a sus contratistas que les había perdido en Minas Tirith. William creía que los chicos tenían madera de héroes, y los héroes debían hacer su propia historia. Por otra parte, en poco tiempo que había estado con ellos había sido suficiente para convercerle de que, fuera cual fuera su misión, esta no iba a representar ningún peligro para nadie. A partir de ahora estarían solos y lo que hicieran seria realmente secreto. Eso si, William les dijo que el se quedaría en los alrededores de Minas Tirith por si al volver querían que les acompañara a Carabás. Los chicos, que en el fondo estimaban mucho a su nuevo amigo, aceptaron su marcha y prometieron buscarle cuando volvieran. Y aprovechando la ocasión, quisieron invitarle a comer en algún restaurante bueno de la ciudad. Todos juntos fueron a comer a un restaurante especializado en marisco, para comer una buena langosta cada uno. Yamu estaba frente a la pecera de langostas, eligiendo al suya, cuando Nori se acercó para contarle en secreto las tendencias cleptomanas de Frank. Yamu, lejos de enfadarse, lo tomó como un problema que debian resolver por el bien del propio Frank, pero decidieron no contarle nada a Lancia.

Frank no disfrutó de la comida, a pesar de que estaba deliciosa. Lo primero, volvió a discutir con Lancia y Yamu sobre lo frugal de sus vidas, ya que parecía que comer langosta era algo normal para ellos, que eran ricas. Frank, como mucho, había estado obligado a comer en algún momento lo que el creía que se llamaban langostas, pero que Lancia le dijo que su nombre real era «Saltamontes». A pesar de que Lancia parecía meterse con él a la mínima oportunidad, no podía dejar de observar que Lancia sonreía con una malicia picara al hacerlo. Lo segundo,  la hora de la dolorosa. Frank no tenia ni una misera moneda y no podía explicar el hecho de ninguna otra forma: llevándose las manos a los bolsillos, exclamó que había sido robado. Lancia se preocupó de inmediato por el asunto, mientras Yamu recordaba que había visto a muchas dunledinas en la plaza, posiblemente carteristas. A pesar de que su historia pareció calar, enseguida se dio cuenta del error que había cometido. No tardaron en llegar los primeros reproches sobre como un agente del orden de Carabás puede permitir haber sido robado sin darse ni cuenta. Mas allá incluso de las burlas, lo que mas le dolió fue que el propio Yamu le invitó a la langosta, con cierto aire de autosuficiencia. Y para rematar la faena, la propia Lancia, con una preocupación real, le ofreció 2 monedas de oro en préstamo para salir del bache. Frank aceptó las monedas a regañadientes, sin estar muy seguro de si lo que mas le molestaba era deberle dinero a Lancia o haber hecho que la jovencita se preocupara tanto de verdad por un asunto que se había inventado.

Tras la comida, William se despidió de todos, y aviso de nuevo, abiertamente, sobre  Frank. Sabia que le había visto en algún lado, y que no era una persona de fiar, pero ahora les dijo que ocultara lo que ocultara, no parecia que fuera a traicionarles de una forma peligrosa. Si bien no le parecía buena idea viajar con él, podían estar seguros de que al menos no les apuñalaría por la espalda. Por último, le regaló a Nori un maletín de emergencias con un buen surtido de hierbas curativas y algunas pociones, por si lo necesitaba en algún momento.

Tras la despedida, volvieron a ir de compras, pero esta vez Lancia quería algo mas étnico y callejero: visitar mercadillos. A Lancia le gustaban los ambientes suburbanos, repletos de titiriteros, artistas callejeros y tenderetes repletos de mercancías exóticas. Los de Minas Tirith no le defraudaron, ya que la cantidad y variedad de elementos y culturas hacían que las calles del zoco parecieran un circo y ella se encontraba en su salsa. Sin dejar de preocuparse por Frank, le pidió a Nori que le vigilara bien para que no le volvieran a robar, y Nori se acercó a Frank con sonrisilla socarrona, mientras este resoplaba. Yamu compró recuerdos para sus compañeros de cuartel y algo de comida exótica para llevar, como membrillos y frutas confitadas. A Lancia le atrajo de inmediato una vieja bruja dunledina que le llamaba para ofrecerle leerle la mano. La bruja le dijo a Lancia que tendría muchos hombres en su vida, a lo que ella le respondió que era verdad, porque ahora mismo le acompañaban tres; también le dijo que tendría una vida larga, pero que tenia una sombra oscura tras ella, algo que la acechaba y perseguía. Cuando la bruja le dijo que esta sombra le seguía desde el día de su nacimiento, Lancia se extraño porque había pensado de inmediato que la «sombra» era Frank. Al oír esta broma gratuita, Frank se enfadó y llamo timadora a la bruja, cosa que posiblemente acabo por convencer a Yamu de que él también tenia que usar los servicios de la señora mayor. Salvo el hecho de que la bruja le dijo que su vida seria mucho mas larga (Frank opinó que eso no era un gran alarde de poner mental, ya que se veía a la legua que Yamu era elfo), la sorpresa fue que la brujo dedujo lo mismo sobre Yamu. Otra sombra maléfica le seguía y acechaba, de nuevo desde que nació. Yamu confirmó que entonces esa sombra tampoco podía ser Frank, aunque encajaba en la descripción. Rojo de furia, Frank quiso enseñarle una lección a la vieja y trato de robarle de los bolsillos mientras no miraba, pero Nori le descubrió y aviso a Yamu. Yamu, Frank y Nori se enzarzaron en una discusión repleta de eufemismos para no alertar a Lancia, pero al final la chica se mosqueó y Yamu le contó el asunto de los robos. Claramente decepcionada con Frank, trato de ser comprensiva con él, y Frank se defendió como pudo, de nuevo aludiendo a su vida pasada, a las penurias que había sufrido y las necesidades que tuvo que solventar como podía. Aún así, pidió disculpas, pero solo porque Lancia parecía molesta. La verdad es que la visita a Minas Tirith no le estaba yendo muy bien…

Nori declinó la oferta de la lectura de mano, quizás por la certeza de que la bruja descubriría lo mismo en él que en sus compañeros…o algo aún peor. Cargados de bolsas ( y, en algunos casos, de vergüenza) pasaron por unas cocheras para contratar una diligencia. Saldrían por la mañana temprano y llegarían a Camirie a las dos del mediodía, justo a tiempo de comer. Lancia quiso comprar los 6 pasajes de la diligencia para poder ir solos, sin compañia, y después fueron a buscar una buena posada, esta vez en la parte alta. Durante la cena, un poco mas calmados, Frank trató de escusar su comportamiento con una retorcida interpretación del karma, pero pareció no cuajar. De todas formas prometió a Lancia no robar mas ya que ahora tenia su dinero y no le hacia falta.

Durmieron mucho mejor en esta posada y abandonaron la gran ciudad a bordo de una diligencia muy rápida debido a la falta de carga. Ya de camino hacia Camirie, a lo largo de la carretera al norte de las montañas, Lancia aprovechó el hecho de que estaban los cuatro solos para sincerarse con Frank. Dado que no iba a ser posible ocultar la verdad a Frank durante mas tiempo, le confesó que no iban a Rohan a buscar un caballo para la Marquesa, sino que habían sido enviados por ella misma para obtener una segunda opinión sobre los sucesos que están acaeciendo en el Marquesado, como son las apariciones de Dragones y monstruos extraños, avistamientos de fantasmas, la tormenta verde y los extraños cristales subterráneos, por no decir la extraña esfera de luz verde a través de las cuales Yamu creyó ver otros mundos y los rayos que lanzó que les alcanzaron y afectaron aún no saben en que manera. Ante esta confesión, Frank no sabia muy bien que hacer. Estaba algo aturdido y estupefacto, y apenas oyó a Lancia como le decía que ahora era su turno de sincerarse. Sin embargo, Frank siguió en sus trece, defendiendo la teoría de que realmente él había venido a protegerles. Lancia se empezó a enfadar con él y empezó a echarle en cara que decía muchas mentiras, como la de que no le gustan las pelirrojas. Frank, haciendo gala de una épica mezcla de falta de tacto y mala suerte, grito bien alto que era verdad que no le gustaban las pelirrojas. Se produjo un silenció casi instantáneo, y Yamu y Nori miraban atónitos la escena. Tras unos segundos que parecieron siglos, Lancia le dijo a Frank que, debido a su falta de sinceridad y mala educación, estaba muy enfadada y no le iba a hablar mas en todo el viaje. Acto seguido puso morros y se cruzó de brazos. Nori se puso a mirar por la ventana, por si venían bandidos, pero Yamu cometió el error de quedarse en medio de Frank y Lancia, y ella empezó a usarlo como interlocutor para hablar con Frank, con la vieja formula «dile a Frank que…». A Frank esto le parecía muy infantil y así quería hacérselo ver a Lancia, quien, por medio de Yamu, le decía que no podía escucharle si no le hablaba antes a Yamu.

Yamu casi agradeció que el cochero parara la marcha a mitad de camino, informando de que había visto algo a un lado de la carretera. Desde el carruaje, Nori divisó un par de cuerpos medio escondidos entre unos matorrales e informó al grupo. Todos, excepto Lancia que se quedó poniendo morros en el carruaje, bajaron a investigar. Cuando los chicos estaban seguros de que no había peligro, Lancia también bajó, llevada por la curiosidad, pero fue un grave error, pues nadie le avisó de que los cuerpos estaban terriblemente heridos y destrozados, obviamente atacados por alguna bestia semiinteligente y muy corpulento, posiblemente un troll de las llanuras. Lancia no se sintió bien y se hizo a un lado para recuperar el aliento y tomar aire, mientras Nori investigaba los cuerpos, deduciendo que las heridas que se veían fueron las causantes de la muerte. Pero había algo mas. Nori empezó a alejarse del lugar del suceso, mirando el suelo y las marcas en los alrededores. Yamu y Frank le dejaron a su aire y registraron los cadáveres. Los dos cuerpos habían sido saqueados, pero sus armas y armaduras aún las conservaban, asi como un zurrón con papeles oficiales muy interesantes. estos documentos acreditaban a estos dos cadáveres como agentes investigadores de Rohan, enviados a la Academia de Magia Bowman-Loween para esclarecer las denuncias de los habitantes de la zona, que afirman que Jack Bowman-Loween ha levantado un ejercito que arrasa sus cosechas, saqueas sus villas y causa mil desastres.

Cuando Lancia recupero el aliento y se sintió mejor, pidió a Yamu que le dijera a Frank que debían cavar una fosa para enterrar a los cadáveres. Como Nori parecía enfrascado en algo muy importante, Yamu y Frank cavaron un hoyo profundo y enterraron a los cuerpos. Lancia cantó un bonito réquiem a modo de oración, al que asistió en silencio incluso Nori, que había acabado sus pesquisas. Tras la breve ceremonia, y ya en el carro, Nori les dijo que había encontrado indicios del uso de magia destructiva en la zona, del estilo de rayos y bolas de fuego, pero no había podido encontrar huellas o mas indicios. De forma providencial, se quedaron con el zurrón con los documentos.

Yamu no creía que Jack pudiera haber levantado ningún ejercito. Es cierto que no le conocía personalmente, pero era su bisabuelo y le constaba que en la antigüedad había sido un gran héroe, como casi toda su familia. Es cierto que según Lancia, las historias que se cuentan de él lo describen como un engendro con un brazo de orco, un siniestro corazón y que se puede transformar en Dragón, pero hasta Lancia pensaba que eso eran exageraciones.

Cuando llegaron a Camirie, los jóvenes héroes se encontraron un panorama muy curioso. La plaza del pueblo estaba repleta de gente que escuchaba con atención las arengas y opiniones de un  alborotador que lanzaba improperios contra Jack y su ejercito que asolaba la región, instigando a la gente a la revuelta y a marchar contra la Academia. Ni corta ni perezosa, Lancia se puso en mitad de la muchedumbre y levantó la voz en contra del alborotador. La gente, extrañada, empezó a escuchar sus muy sensatas opiniones en contra de un conflicto violento, y no le costo nada captar la atención de la gente. Es mas, al parecer Lancia posee un poder de convicción casi sobrenatural, y al afirmar ante el público que eran los agentes enviados por Rohan, estallaron en alegría y gozo y el alborotador se quedo de golpe sin público, marchándose con el rabo entre las piernas.

Todo el pueblo parecía jalear a Lancia y todos se agolpaban a su alrededor, como ya parecía que iba siendo normal en sus aventuras. Sabedora del gran poder que ahora tenia sobre el pueblo, continuo aprovechando la situación y presento a Yamu, Frank y Nori como agentes enviados desde la gran ciudad de Minas Tirith, llamados por el gobierno de Rohan a investigar los hechos. Lancia averiguó que el mayor del pueblo estaba ahora mismo hablando con Jack en su academia y que los ánimos estaban muy revueltos. Todos hablaban a la vez y afirmaban que en el norte, cerca del «Infierno en la Tierra» o «La zona maldita», los ataques del ejercito de Jack eran muy brutales, saqueaban pueblos y los extorsionaban bajo la amenaza de llevarse a los hombre y mujeres jóvenes con ellos. A menudo estos asaltos se acompañaban con ataques de bestias mágicas y mitológicas, al parecer a las ordenes del ejercito de Jack. Ante las preguntas de porque estaban tan seguros de que este ejercito era efectivamente de Jack, los pueblerinos afirmaban que llevaban el emblema de la Academia (un dragón con las alas extendidas sobre un libro abierto como fondo) y se vanagloriaban del apoyo de Jack. Ante la avalancha de acusaciones, Lancia ordenó al pueblo que hicieran tres filas y que sus agentes Nori, Yamu y Frank anotarían todos los problemas que achacaban a la actuación directa de Jack. A pesar de las advertencias de los chicos, que defendían que iban a anotar muchas chorradas como leche que se corta por la brujería de Jack, hasta hijas que habían perdido su honra debido a la influencia mágica de los hechizos del mago, Lancia siguió en sus trece, y los chicos pasaron la tarde anotando denuncias mientras Lancia hacia viajes a la taberna para llevarles tentenpies.

Tras una larga tarde, se reunieron y comprobaron que, efectivamente, el daño mas grave que Jack parecía haber causado en el pueblo seria el problema de otorgar la paternidad del mas que posible hijo de la joven molinera, pero nada realmente grave. Aún así, la gente defendía que tenían que protegerse de Jack, que en el norte las cosas estaban muy mal, y que ellos ya habían empezado a buscar mercenarios por medio de carteles. Arrancando los carteles, Lancia, notablemente enfadada hasta el punto de olvidar su anterior enfado con Frank, ordenó al pueblo a no buscar mas ayuda que la «oficial» que ya tenían, y que ellos resolverían el problema.

Marcharon a pie hacia la Academia de Magia, por un camino que parecía que era muy concurrido y seguro. A lo lejos, a un paseo de distancia, se alzaba la majestuosa Academia y su campus. En absoluto parecía la guarida de un señor del mal, pero Yamu dijo que a lo mejor en cuanto se acercaran mas podrían ver cabezas empaladas en estacas a los lados del camino. Lancia se asustó un poco, mas por lo repugnante que podría ser la visión que por el motivo en si, y dejo que los chicos se adelantaran un poco para asegurarse que, efectivamente, no habían cabezas empaladas ni advertencias similares. La puerta de la Academia estaba cerrada con unas rejas. Cuatros guardias armados con lanzas, cuya descripción encajaba con la que los pueblerinos habían dado del ejercito de Jack, vigilaban la entrada. Tras las rejas se podía ver a un joven estudiante, vestido con una bata, agarrado a las rejas, que en cuanto los vio pidió auxilio a gritos. Mientras los chicos se acercaron a toda prisa, los guardias golpearon la reja y le gritaron que se callara, pero Harry, el estudiante de la túnica, siguió pidiendo ayuda a gritos.  Cuando los chicos les pidieron explicaciones a los guardias, estos, notablemente molestos, les dijeron que Harry «el bromista» siempre les mete en problemas y esta  un paso de ser expulsado. Mientras la tensión aumentaba ante la versión nada convincente de los guardias, Harry estalló en risas y pidió ayuda de forma mas tranquila, pidiendo a los chicos que les pasara el balón que había caído fuera de la reja. Muy molesto con Harry, el bromista, Frank le paso la pelota, y este se lo agradeció con un guiño. Después Harry se encaro a un guardia y empezó a discutir con él. Los chicos escucharon como los guardias le impedían salir porque sino volvía con cerveza y licores, y armaba demasiado escándalo.

Los guardias se mostraron muy reservados, como es lógico, sabedores de las sospechas que sobre ellos se cernían, pero cuando los jóvenes héroes se identificaron como agentes de la autoridad con los documentos que encontraron en los cadáveres, les acompañaron a toda prisa hacia el vestíbulo para hablar con Jack. Mientras atravesaban el campus, vieron multitud de estudiantes descansando, paseando, estudiando o practicando deportes, y multitud de construcciones y edificios muy extraños. A Nori le extraño sobretodo una esfinge en mitad de una explanada, muy similar a las que Carabás tiene en sus puertas, por no decir casi idéntica.

Una vez el el vestíbulo de la Academia, solo un guardia se quedo con ellos y les pidió que esperaran a que les recibieran. Esperaban que el propio Jack lo hiciera, pero de las enormes puertas de las que salían los gritos de una evidente discusión acalorada, salió un mago delgado, de mediana edad, con el pelo desarreglado y unas extrañas gafas con muchas lentes intercambiables. Avanzaba notablemente nervioso y alterado, y se enganchaba cuando habló con ellos. Se presento como Lauritz Mathiasen, Alquimista y Relaciones Públicas del Claustro de la Academia, y era el responsable de las acciones diplomáticas que se estaban tomando acerca del asunto del ejercito de Jack. Los chicos mostraron su intención de hablar con el propio Jack, pero Lauritz les dijo que él le trasmitiría sus preguntas y, si lo creía oportuno, les daría audiencia. El todo en que lo dijo hizo pensar que eso no iba a suceder. Como los papeles oficiales no parecieron dar resultado, sacaron su as de la manga, presentando a Yamu como el biznieto de Jack. Esto si que hizo mella en Lauritz, que se alegro notablemente al deducir una serie de cosas de esta afirmación: Si Yamu era el biznieto de Jack, debía ser el hijo del gran héroe Crom, con lo que venían directamente de la fantástica ciudad de Carabás, de la que había oído hablar, al igual que de sus maravillas y los sucesos que allí ocurren. Mucho mas contento, les aseguro que haría lo posible porque Jack les diera audiencia, pero ahora tenia que lidiar con los caciques de los pueblos que habían venido a hablar con él esgrimiendo horcas metafóricas. Lancia se ofreció a mediar con ellos, y Lauritz aceptó de buen grado, dejando claro que odiaba muchísimo su trabajo, no de alquimista, sino de diplomático. Mientras les acompañaba a la sala de juntas, Frank le preguntó porque había aceptado ese trabajo, y Lauritz le dijo que se lo habían impuesto, porque nadie lo quería y los alquimistas eran considerados de forma oficiosa magos de segunda clase en la academia.

En la sala de juntas encontraron a un grupo de lideres de todas las edades con cara de muy pocos amigos. Llevados por la ira, habían venido a amenazar a Jack y tratar de detenerlo antes de que se hiciera mas fuerte, pero Lancia les hizo entender lo ridículo de su situación: Si Jack realmente tuviera un ejercito, hubieran sido aniquilados sin llegar siquiera a entrar a parlamentar. Y si no lo poseía, sus amenazas no tenían sentido ninguno. Lancia, que de nuevo hacia gala de un don de gentes y un carisma inigualable, convenció rápidamente ,ante el asombro de Lauritz, a la malhumorada turba para que dejaran los asuntos en manos de los agentes del orden oficiales, afirmando que ahora que ellos estaban aquí el problema no tardaría en aclararse. Los dirigentes abandonaron convencidos la sala y Lauritz no dejaba de alabar el don de gentes e inteligencia de Lancia.

Mientras les llevaba a la torre en donde Jack tenia su despacho, Lauritz preguntaba mil cosas sobre Carabás. A Yamu le encantaba contar cosas sobre la ciudad, y a Lancia le empezaba a hacer gracia el nervioso hombrecillo y le dijo que le recordaba a su abuelo. Una luz se le encendió a Lauritz en la cabeza: Lancia Mensel…su abuelo Mensel…Lancia le dijo que su abuelo también era alquimista, y Lauritz estalló en júbilo. De repente pareció olvidar Carabás al descubrir que Lancia era nieta de Talkistino Mensel, un notable alquimista de la nueva era, en base a cuyos trabajos, vida y obra había girado toda su carrera como alquimista, su maestro espiritual y ejemplo a seguir por cualquier alquimista de la nueva era. Lancia reía mientras Lauritz afirmaba que si hubiera un premio para el mejor alquimista de la historia, su abuelo merecería dos.

Lancia también le habló de la marquesa de Carabás, Nefertinarita, justo cuando iban a entrar, y Lauritz les dijo, casi por sorpresa, que sabia quien era la Marquesa, Nefertinarita, pues su madre, La esfinge Eishinarita, estaba pasando unos días con Jack como invitada. Ante los ojos sorprendidos de los héroes, Lauritz abrió las puertas para encontrar a Jack tras la mesa de un enorme despacho repleto de velas, libros y pergaminos en todas las superficies planas visibles, y a Eishinarita, sentada en el suelo al lado de la mesa, como esperándoles.

Lancia, al ver a la madre se la que consideraba casi su hermana, se abalanzó a abrazarla, pero Eishinarita hizo gala de su naturaleza arisca y permaneció seria, aunque realmente le costó. Eishinarita hacia esfuerzos para parecer enfadada y molesta, especialmente con su hija, y paso a explicar los motivos, mientras Jack parecía esperar muy pacientemente su turno como foco de atención.

Eishinarita les contó, ante el asombro de Frank, que a cada momento que pasaba se asombraba mas de lo que descubría, que estaba preocupada por su hija tanto como por el resto de habitantes de la ciudad de Carabás como de resto del mundo. Todo se debía a una extraña profecía que no podía recordar con detalle, pero que venia a vaticinar un gran desastre cuando un ser de corazón puro se concediera a si mismo un deseo. Entonces la ciudad de Carabás despertaría y se iniciarían una serie de sucesos que llevarían a una guerra en la que el mal triunfaría.

Esta profecía no debería ser muy preocupante si no fuera por el hecho de que Eishinarita ha perdido sus poderes para ver el futuro e incluso el pasado, en parte debido a los hechos acaecidos años antes y que supusieron el ascenso al poder de Nefer como Marquesa de Carabás y en encumbramiento de los padres de Yamu y Lancia como Grandes Héroes. En los últimos momentos de su campaña para salvar al mundo de la amenaza triple del ejercito de muertos vivientes, los demonios en guerra civil y Thectoc manipuladolos a todos, los Grandes Héroes lograron reunir a todos sus enemigos en la plaza de Carabás, la ahora denominada Plaza de los Héroes. La historia cuenta que ahí fueron derrotados los ejércitos, pero no cuentan que, en ese mismo instante, todo pareció salir bien, incluso demasiado bien, quizás, como sospecha Eishinarita, a la intervención de Nefer. Pasara lo que pasara, cambió el rumbo de la historia a niveles impensables: todas las infinitas lineas temporales que existían parecieron coincidir en ese punto, y desde ese mismo punto se dispersaron en infinitos futuros posibles. De alguna manera, Nefer alteró el continuo del tiempo, saltando a una linea diferente, quizás nueva, y añadiendo una linea pasada que posiblemente no sea la original. Para aquellos nacidos tras este fenómeno, no hay ningún cambio apreciable, pero para aquellos en cuya vida se incluya ese momento, el pasado que recuerdan puede no ser el correcto, y su futuro es, indiscutiblemente, distinto al original. Esto, de nuevo, no representa absolutamente ningún problema para los afectados, excepto aquellos que tenían poderes premonitorios o eran capaces de conocer el pasado y el futuro, puesto que ahora sus poderes son inútiles, y en el mejor de los casos solo mostrarían retazos de un pasado distinto al recordado y un futuro que no es el que se dará.

Eishinarita cree que este fenómeno despertó de algún modo la ciudad y la profecía se ha desencadenado. Confesó a los hijos de los héroes que, sabiendo que su hija iba a nacer sin maldad en su interior, al haber sido concebida cuando los Arisazi, y por tanto sus sirvientes las esfinges, estaban bajo los efectos de un ritual que arrancó la parte malvada de la bondadosa en sus espíritus, pensó en que sus padres, Vespero y Crom, junto con Pirotess, la educaran en sus valores, con la esperanza de que la pervirtieran y dejara de ser totalmente bondadosa. Al parecer la historia le jugó una mala pasada, y el poder de la bondad de Nefer llegó hasta el punto de que, muy posiblemente, Crom, Pirotess, y sobretodo Vespero, que siempre había sido él mas cercano a Nefer, fueran afectados por su bondad y «educados» por ella para convertirse en los Grandes Héroes. La definición perfecta de «un tiro por la culata».

Sin poder arreglar ya el pasado, la única opción que le quedaba a Eishinarita era que Nefertinarita no se convirtiera en la líder de la supuestamente maldita Ciudad de Carabás. Nefer había crecido en la creencia de la existencia de la mágica ciudad, y su imaginación fue alimentando una voluntad que se ha vuelto inquebrantable al saber de su existencia. Sabiendo que Nefer no atendería nunca ha razones para dejar de ser la Marquesa de Carabás, a Eishinarita no le quedo otra solución que la misma que cualquier señorita de clase alta y bien educada debería tomar: dejar de hablarle a su hija hasta que entrara en razón.

El chantaje emocional, sin embargo, no parece haber funcionado hasta el momento, pues ya son 20 años los que han pasado sin hablarse, aunque parece ser que Eishinarita esta muy al tanto de los sucesos de Carabás y cuida en secreto a su hija. Sabiendo la estrecha relación que Lancia tiene con ella, Eishinarita le pidió a ella que le hiciera llegar un mensaje, aún sabiendo que Nefer continuara negándose  abandonar su ciudad.

Solo Frank empezó a preocuparse por las palabras de Eishinarita. Los demás continuaron opinando que la profecía no era correcta, o había sido mal interpretada o traducida. De hecho, nadie conoce exactamente aún el contenido ni las palabras exactas de dicha profecía, aunque Yamu y Lancia recordaban que a veces sus padres discutían con Pirotess sobre esta como si la conocieran profundamente. Estas reflexiones dieron lugar al objetivo de su misión: finalmente, Yamu le contó a su bisabuelo, muy contento de conocerle, que habían venido en busca de ayuda por los sucesos que acaecían en Carabás, y que, ahora que caían, bien podrían ser los frutos de los primeros pasos de la profecía. Jack escuchó muy atentamente a Yamu mientras contaba la aparición de dragones bajo el suelo, cristales brillantes, esferas de energía, otros mundos, rayos que les alcanzaron sin dañarles aparentemente, calabazas caníbales y tormentas verdes en el mar. Pero en cuanto acabó, pareció perder todo el interés de forma súbita y repentina, lo cual dejó a los chicos algo aturdidos. Habían hecho un largo viaje y Jack mostraba un total desinterés por el tema. Lancia le echo en cara que no quisiera ayudarlos, a lo que Jack respondió que si que les ayudaria, en todo lo que pudiera, pero que para él ese tema no tenia interes. Ordenó a Lauritz que se ocupara del caso, y puso a su disposición cualquier material y recurso que creyera necesario para solucionar la situación. Los chicos abandonaron la sala muy molestos,acompañando a Lauritz. Este se disculpó por la actitud de Jack, y les explicó que este era el motivo por el que la Academia tenia estos problemas. Jack era demasiado poderoso, se podía transformar en dragón y es un maestro de la magia, posiblemente el mas grande con vida ahora mismo. Por ese motivo, ha perdido totalmente el interés por los temas mundanos, o los que él considera mundanos, que debido a su poder son la mayoría. Lo único que, en su opinión, le mantiene cuerdo, estable y social, es su sueño de la Academia. No ha dejado de dirigirla ningún día, aunque no suele ocuparse de los temas administrativos. Lauritz, que admira profundamente a Jack, le defiende por completo, y no duda de que, si realmente Jack considerara necesario su actuación personal, lo haría sin dudarlo…aunque los Valar nos ayuden si hay algún problema que lo requiera.

A pesar de las disculpas, los chicos no estaban muy convencidos. Salvo quizás Yamu, que en el fondo entendía un poco a su bisabuelo. Algo en su interior le decía que su familia estaba marcada por un ansia de poder, y posiblemente él mismo tampoco estaba libre de esa carga. En el fondo, Jack había encontrado una forma de conseguir canalizar ese poder de forma constructiva, su Academia, y ahora evitaba desatarlo por alguna razón.

Mientras bajaban las escaleras, Lauritz le hizo una propuesta a Lancia: dado que ellos tenían muy buenas ideas y un don especial para tratar estos problemas, si solucionaban por él el tema del ejercito de Jack, el propio Lauritz les acompañaría a Carabás para ayudarles e investigar el fenómeno in situ. A todos les pareció una buena idea, menos a Frank, ya que opinaba que no podían fiarse del que todo el claustro de la Academia consideraba el peor mago. haciendo oídos sordos a Frank, como siempre, aceptaron la propuesta. Lancia pensó que lo mejor seria defender algún pueblo que tenia amenazas de ataques, como la villa de Lurenia, llevando consigo a guardias uniformados de Jack, con lo cual quedaría claro que Jack estaba de parte de las fuerza del orden, y los bandidos eran claramente farsantes. La idea le pareció brillante a Lauritz, y mientras Frank y Yamu discutian los detalles técnicos y logísticos de la unidad que debían dirigir, sobretodo el nuevo de efectivos que debian conformarla, Lauritz mostró su sorpresa ante el hecho de que fueran hijos de grandes héroes, enviados por la Marquesa, ciudadanos de Carabás y, aún así, fueran elegidos y enviados por Rohan como agentes de la ley. En un arranque de sinceridad muy criticado por parte de todos, Lancia confesó que no eran los auténticos agentes, que esos habían muerto en una emboscada, pero que no hacia ningún bien que se descubriera, al menos antes de se solucionara el problema. Por el bien de la estabilidad de la zona, Lauritz aceptó mantener la charada.

Lancia pidió a Lauritz que les buscara alojamiento, ya que partirían mañana, y este les dio unas habitaciones en los colegios mayores, y les aseguró que el ambiente estaba mas tranquilo desde que hacían pruebas de aptitud y psicológicas todos los años para detectar conductas maquiavelicas o megalomanas. Ahora las fiestas no son tan abundantes. Pero aún  las habrán, pensaron todos los jóvenes héroes. Lauritz les dijo que ellos también sufrían los ataques de los bandidos, que parecían conocer sus rutas, y les robaban suministros. Posiblemente así es como consiguieron los uniformes.

Finalmente el propio Lauritz les dijo que, antes de ir a descansar, les gustaría hacerles algunas pruebas y lecturas de su aura, en especial para aclarar el tema del rayo que les afectó. Llamaría a algunos magos para que les hicieran pruebas y pidió a Frank que también las realizara para que sirviera de control. Como último consejo les dijo que no faltarían voluntarios para realizarles las pruebas, pero que no les creyeran si les decían que se quitaran la ropa, pues el aura se puede leer con la ropa puesta. Lauritz vio que Nori levantaba un poco la ceja y le dijo que él tampoco debía fiarse.

Hay gente muy rara en todos los sitios, le dijo.

 

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