Sorpresas en el sótano: Parte 5 – Baile en el palacio

DadoMientras las chicas se reunían de nuevo alrededor de Yamu, Lancia y Frank, Nori buscó un carretilla para cargar las calabazas que habían encontrado y, ya que estaban, cualquier cosa que pudieran aprovechar de la granja no tan abandonada. La carretilla que encontró en el cobertizo era muy nueva, apenas usada, así que funcionaria muy bien. Lancia felicitó a Lavinia por su agilidad saltando vallas y matojos mientras sonreía para tranquilizar a las chicas, y le provocó a su amiga un rubor mezcla de la vergüenza y un cierto orgullo que sentía a la vez, así como de la preocupación de Lancia por su seguridad.

Era hora de ocuparse de las cabritillas del cobertizo y de explorar el interior de la casa de la que habían salido  las pequeñas calabazas antropófagas. Maria se ofreció a cuidarlas, si le hacían el favor de acompañarla a la granja que sus padres tenían a dos horas de camino hacia el norte, en el Valle del Sol, pero Lancia se había encariñado ya con una de ellas y tenia una tremenda ilusión por llevársela a casa. A pesar de las recomendaciones de su amiga, que le advertía que en su ático no disponía de espacio para el animal y que estos son bastante sucios, Lancia ya no estaba escuchando. Se dedicaba a buscar un collar de campanillas para colocárselo a la cabritilla, que parecía encantada con la atención que Lancia le brindaba. No contenta con eso, Lancia convenció, bastante fácilmente, a Yamu para que adoptara a otra como mascota de su cuartel. A pesar de que Yamu en principio encontró algo ridícula la idea de que una cabra representara a unos recios soldados del desierto, algo si que parecía tener sentido: la cabra es una animal muy importante en la historia de Carabás y podría considerarse como el animal extraoficial de la ciudad. Ya estaba casi convencido, pero le ayudó el hecho de que a Frank también le parecía una idea estúpida. Estaba decidido: se llevaría una cabra al cuartel. Mientras Maria reunía a las cabras, y las chicas esperaban fuera del cobertizo, ya seguras, Lancia , Yamu, Nori y Frank entraron a explorar en la casa.

La casa parecía haber sido ocupada no hace mucho y abandonada de imprevisto, ya que incluso la mesa estaba puesta. Es posible que hiciera semanas que se abandonara, a juzgar por el polvo y la comida, pero estaba bastante arreglada. Nori no pudo descubrir cuantos ocupantes tuvo la casa, pero no debían ser muchos ya que no había mas que cuatro sillas en la casa. Entre los útiles que registraron habían numerosos utensilios y aperos de ganadería, muy nuevos, dentro de un saco, y un cofre con algunas armas y equipo mas propio de aventureros y mercenarios, pero sin mucho valor. Cargaron lo que les pareció que podria ser valiosos o útil en la carretilla y se acercaron a la trampilla del suelo, la que Lancia vio brillar con una luz verduzca y de la que salieron las calabacillas. Lógicamente, y debido a lo peligroso de bajar al sótano, Lancia quería ser la primera. Mientras Frank y Yamu se lo impedían y discutían a la vez quien de los dos debía ser el primero en bajar, Nori se adelantaba y descubrió que el sótano no parecía haberse usado en años, y que una de las paredes de este estaba completamente cubierta por los extraños cristales pulsantes que habían encontrado en el socavón del dragón.

Cargaron los bártulos y las calabazas de todas las chicas en la carretilla, y Nori tiró de ella todo el camino mientras todos acompañaban a Maria hasta la granja de sus padres. Maria se dio cuenta de que era la primera vez que iba a llevar a sus amigas a casa, y iban a ir todas juntas y sin avisar. Estaba algo preocupada, pero cuando llegaron su padre la recibió con entusiasmo y estaba encantado de conocer a todas las amigas de las que tanto había hablado, especialmente de Lancia, la hija del Heroe Vespero, todo un ejemplo para cualquier jovencita según la propia Maria. Los padres de Maria les invitaron a todos a beber sidra, e incluso Frank y Yamu bebieron aún estando de servicio. Mientras tomaban una pequeña merienda, el padre de Maria les contó que las cabras de Carabás vomitan joyas en el primero de sus vómitos, por lo que criar cabras es bastante rentable. Todos los granjeros tienen, y muchos las crían solo por las joyas: una vez han vomitado, venden las cabritillas baratas a otros ganaderos y se quedan las joyas. Estas cabras que le traían estaban sin marcar y muy posiblemente eran «noveles», o sea, cabritillas que aún tenían que vomitar joyas. Se ofreció a cuidar de todas, pero Yamu y Lancia continuaban empeñados en llevarse una cada uno.

Mientras volvían todos a la Ciudad de Carabás, Frank se metía con Yamu por querer que una cabra fuera la mascota de unos soldados. Mientras Maria aconsejaba a Lancia como debia cuidar de la cabritilla, a la que debía poner un nombre. Sin pensarlo mucho, Lancia le puso Cascabel a la suya. Yamu le preguntó si sabia cuidar o manejar cabras, y Lancia le respondió que solo sabia manejar serpientes. Yamu le dijo si era por eso por lo que le había puesto Cascabel a la suya, por la venenosa serpiente, y los dos se pusieron a reír. Frank seguía en sus trece y defendía que una mascota mas adecuada seria un halcón, asi que para fastidiarle y seguirle la broma a Lancia, bautizó a la suya como Halcón. Maria dijo que como la suya tenia manchas negras, le iba a poner Topos…que al fin y al cabo también era un animal.

Lavinia e Inger empezaron a premiar al grupo, porque podían llegar demasiado tarde y debían prepararse para la actuación de la noche en el baile de palacio. A Lancia, que tenia tantas cosas en la cabeza, se le había olvidado completamente que tenían actuación en el baile, al que además, también estaba invitada junto con Yamu y Nori. Este olvido provocó que las chicas se burlaran de ella y que tanto Yamu como Frank también lo hicieran, cosa que molestó a la jovencita, que puso morros y apretó el paso para adelantarse al grupo, ofendida. Yamu y Frank se preocuparon un poco, pero Lavinia les tranquilizó contándoles que Lancia solía tener un genio muy  explosivo y que se le pasaría enseguida…aunque siempre era mejor no molestarla. Inger dijo que el temperamento de Lancia le recordaba a los de su gente, los montañeses de las Highlands, muy ruidosos y  traviesos, pero nada maliciosos. Esto sirvió de pie para que Inger deleitara al grupo con los relatos de las Highlands y de lo difícil que había sido adaptarse al Valle del Sol. Mientras hablaba escrutaba especialmente a Yamu, hasta que le preguntó que tipo de hombre era. Yamu, ligeramente ofendido, le dijo que él era un elfo, a lo que Inger le dijo que si los elfos tenían esas pintas, no durarían ni dos días en las montañas. Ahora mas ofendido, Yamu se puso a discutir con Inger, mientras esta sonreía picara mientras le azuzaba cada vez mas.

Frank, al ver que Inger ya estaba haciendo su cometido de burlarse de Yamu y viendo que Nori continuaba ocupado esquivando las ofertas de trabajo de Daniella, se fijó en Lancia que bajaba el ritmo hasta caminar a su lado. Lancia se puso a hablar con Frank sobre su dura vida y al cabo de un rato ya estaban charlando amistosamente…todo lo amistosamente que se podía hablar con Frank, que no dejaba de contestar con evasivas y distanciamientos a todas las preguntas de Lancia. Las chicas cuchicheaban y se reían mientras vigilaban a Frank y Lancia. Cuando mas tarde se reunieron, las chicas trataron de sonsacarle información a Lancia, pero realmente Frank ocultaba muy bien su pasado y no parecía muy interesado aparentemente por Lancia en ningún aspecto. Aún así, y puesto que todos debían llevar una pareja al baile, Lancia le dijo a las chicas y a Yamu que iba a invitar a Frank. Fue entonces cuando Yamu se dió cuenta que debía invitar también a alguien, y puesto que las amigas de Lancia estaban aquí y, quizás salvo Inger, todas parecían respetar y disfrutar de la compañía del apuesto Yamu, decidió pedir que Maria le acompañara al baile. Maria aceptó encantada, aunque quiso dejar claro que simplemente le acompañaria como pareja de baile (a pesar de que mas tarde diría a las chicas que un joven y apuesto sub-oficial hijo de un Héroe y Noble de Carabás no era para nada un mal partido). Lancia usó el mismo truco para invitar a Frank al baile sin molestar demasiado a Yamu, ya que la idea de que lo eligiera como pareja no le gustó demasiado. Lancia le preguntó que iba a hacer esa noche, si se iba a quedar encerrado en su oscuro cubículo del cuartel y metiéndose claramente con su estilo de vida reservado y secreto. Casi sin opciones, Frank no tuvo mas remedio que aceptar la invitación en forma de encerrona, pero parecía presentar reticencias en acompañar a Lancia, al contrario que casi cualquier otro joven al que se lo hubiera pedido. Este hecho empezó a escamar a Lancia, que por naturaleza tenia una prodigiosa mente para buscar problemas y misterios.

Y entonces Daniella abrió otra caja de los truenos: quería que Nori la fuera a buscar en carroza para llevarla al palacio. Mientras Nori dubitaba, Lancia tardó milisegundos en copiar la idea y proponersela a Frank, subiendo la apuesta un ramo de flores. Maria fue menos descarada: se limitó simplemente a mirar con ojos de ternera degollada a Yamu. En un abrir y cerrar de ojos, los chicos del grupo habían aceptado alquilar una carroza y comprar unas flores a las chicas, y las pasarían a recoger para llevarlas al baile.

Cuando llegaron a Carabás, el grupo se dividió. Tenían muchas cosas que hacer. Las chicas tenían que entregar las calabazas que habían conseguido en los diferentes escenarios de los barrios donde vivía para participar en la elección y volver a tiempo al palacio para vestirse y prepararse para la actuación. Además, tanto Maria y Lancia tenían que pasar por sus casas a recoger sus vestidos de fiesta y Lancia tenia que dejar a Cascabel en su piso. Lancia planeaba hablar con Nefer para que Cascabel se pudiera quedar en los jardines del palacio, pero de todas formas le dijo a Maria que si la cosa no funcionaba, la llevaría a su granja para que la cuidara. Los chicos, por su parte también estaban muy ocupados. Todos debian conseguir una carroza y flores, y Frank y Yamu debian volver a sus cuarteles para entregar el equipo y los informes de la patrulla (de nuevo, muy movidos e interesantes). Por su parte Nori, «ligeramente» aconsejado por Daniella, decidió invertir el dinero que había conseguido en el expolio de la granja para alquilar una casita en una de las calles del distrito enano.

Lancia se separó de sus amigas deseando mucha suerte a todas, y fue directamente al escenario del Barrio de la Ribera, en donde vivía. Las calles estaban repletas de gente, guirnaldas y música,y todo eran risas y bailes. Justo enfrente del escenario había una enorme cola de jovencitas con calabazas, riendo nerviosas ante la perspectiva de subir a la tarima delante de todo el mundo. Un maestro de ceremonias con un atuendo excesivamente llamativo y un enorme megáfono animaba al público a aplaudir y gritar, mientras presentaba a las participantes y les hacia preguntas algo impertinentes y ligeramente picantes. Lancia hizo cola y cuando le toco el turno de subir, lo hizo con la enorme calabaza en un brazo y la correa de Cascabel en el otro. El presentador estalló de júbilo al ver a Lancia, famosa y muy querida en el barrio, y Lancia estuvo en su salsa en el escenario junto al presentador, muy audaz en sus respuestas y haciendo gala de un desparpajo muy natural. El presentador no escondió el orgullo de tenerla en el concurso y alabó su naturalidad, belleza y simpatía, mientras pesaban su enorme calabaza. Una por una, las demás participantes fueron derrotadas, y entre vítores y música, Lancia fue nombrada Reina de las Calabazas de la Ribera. Desgraciadamente no tenia mucho tiempo para disfrutar de la fiesta en la calle, aunque apuró mas de lo que incluso podía permitirse y tuvo que arrastrar a Cascabel a toda prisa hasta su buhardilla. Antes de asearse y vestirse, recordando que Maria le dijo que las cabras era animales poco aseados, le lleno un cajón de la cómoda con arena, esperando que tuviera los mismos instintos que los gatos. Mientras salia corriendo hacia la plaza para esperar su teórica carroza, Cascabel dejaba de tragar los últimos trozos de la cortina y empezaba a degustar los primeros bocados de arena…

Nori dejó a Daniella con las chicas en la entrada de Carabás decidido a buscar unas cocheras o postas en donde poder alquilar una carroza, y al poco fue abordado por Frank, quien le propuso un trato. Ya que los dos tenían que alquilar una carroza, seria mejor que la alquilaran juntos. Así compartirían gastos y podrían ir todos juntos a la fiesta. A Nori le pareció una buena idea, así que los dos juntos buscaron unas cuadras que tuvieran cierto prestigio para elegir una carroza y un cochero adecuados para la ocasión. Su sorpresa fue grande cuando e dichas cuadras se encontraron con Yamu, que trataba de elegir una carroza acorde con su nivel económico actual. Aunque a regañadientes por la compañía, al final los tres chicos decidieron compartir carroza para poder elegir una mejor. Pagaron e importe y dieron las instrucciones para el itinerario, y después se marchó cada uno por su lado. Nori volvió al carro donde vivía y recogió sus pocas pertenencias, decidido a encontrar un techo mas digno. Encontró una casa de alquiler en el barrio enano, no muy lejos de donde vivía hasta ahora, que tenia una dueña enana bastante cascarrabias y tiquismiquis. Aunque los enanos suelen ser por naturaleza cerrados y chapados a la antigua,  su nueva casera lo era incluso para los estándares de esta raza. Miraba a Nori como si fuera una especie de alborotador o criminal, y le dejo claro que no quería que su casa se llenara de jovencitas frescales ni fiestas ni alborotos. Al parecer, la mala fama de Nori entre los enanos mas mayores era casi tan grande como la que, al parecer, tenia entre las féminas enanas mas jóvenes. Tras dejarle claro que no le gustaba nada su larga melena y su corta barba, le exigió el pago de un mes por adelantado y le entregó las llaves de su nuevo hogar, que apenas estrenó para dejar su macuto, asearse y vestirse para el baile.

Yamu volvió al cuartel de puerto con Halcón, y fue directamente a hablar con el Capitán Stevenson. El Capitán estaba claramente sorprendido por la presencia de la cabritilla, pero aún así esperó a que Yamu le entregara su informe, que contaba como tanto Yamu como Frank se vieron obligados a proteger a unos ciudadanos de Carabás de un extraño monstruo. El Capitán insistió en saber en donde encontraron al monstruo y porque fueron a ese peligrosos lugar. Yamu de nuevo contestó que los ciudadanos que protegían insistieron en ir allí. Aún mas inquisitivo preguntó a Yamu que ciudadanos eran esos…Yamu los enumero poco a poco, dejando en último lugar el nombre que el Capitán estaba esperando oír: Lancia. Aún así no se sorprendió y manifestó que era muy curiosos como esa jovencita parecía estar siempre donde había problemas. Mientras Yamu trataba de buscar una excusa razonable para el caso, Stevenson le cortó de nuevo para pasar al tema de la cabra. Yamu, armado de valor y con la razón de su lado, trató de convencer al Capitán de lo conveniente que era tener a una cabra de mascota. Sin embargo, a pesar de que la idea no le parecía ta estrafalaria como podía suponerse, el Capitán se negó rotundamente, quizás mas llevado por un enfado momentáneo que por un motivo racional. Yamu abandonó el despacho con Halcón, pero decidido a hablar con el Capitán de nuevo cuando estuviera de mejor humor para poder quedarse al cabritillo en el cuartel. Solo tenia que esconderlo hasta entonces, y para eso contaba con sus fieles soldados. Los hombres de Yamu estaban perdiendo el tiempo en su barracón, y saludaron efusivamente a su líder cuando le vieron entrar. A pesar de las iniciales reticencias a esconder a Halcón y el miedo que sentían a llevar la contraria al Capitán, Yamu logró convencerles de que conseguiría hacerle cambiar de opinión mañana y solo tendrían que esconderla esa noche. Cuando Yamu abandonó el cuartel vestido para el baile, los chicos tenían a Halcón encima de la mesa y parecían estar jugando con él a ver que comida le gustaba mas.

La carroza recogió a las chicas a lo largo de su recorrido, recibidas en el interior por sus respectivas parejas con bonitos ramilletes de flores. Daniella estaba en una nube, porque era la primera vez que iba a entrar en el palacio y, salvo la sacerdotisa Pirotess y el Mayor, ningún enano solía asistir a los bailes. Yamu trató de explicarle que Pirotess no era enana, sino elfa, pero Daniella hacia cara de no entender muy bien lo que trataba de decir Yamu y al final este desistió. Maria y Lancia no parecían tan impresionadas ya que, al fin y al cabo, trabajaban allí. Lancia le preguntó a Yamu sobre Halcón, pero Yamu le dijo que había tenido que esconderlo hasta que convenciera al Capitán de que podría quedárselo, y Frank le comentó que seria una lastima si alguien le contara al Capitán que escondía una cabra en los barracones. Frank y Yamu no dejaron de pelearse hasta llegar al palacio. Cuando entraron en el salón, fueron anunciados, aunque muy discretamente, y tras pasear un poquito luciendo palmito, se dispersaron. Lancia entabló una amigable conversación con Frank, asegurándose que estaba lejos de la mirada vigilante de Yamu, pero Frank parecía contestar muy fríamente a la simpática Lancia. Sin morderse la lengua, Lancia le preguntó que le ocurría y Frank le confeso que no se lo tomara a mal, pero que no le gustaban las chicas como ella. Evidentemente, algo mal si que le sentó, y trató de hacerle confesar que es lo que no le gustaba de ella. A pesar de que empezó a decir varias cosas, como que si era de familia pudiente, que si era pelirroja, que si era demasiado nerviosa, ninguno de los motivos parecían ni razonables ni reales. Lancia quería indagar mas, pero era la hora del baile. Lancia y Maria dejaron a sus parejas bebiendo algo de ponche mientras ellas se retiraban para la actuación. Desgraciadamente, a Lancia se le acumulaban muchos dolores de cabeza. Estaba algo cansada por sus correrías del día (aunque eso no iba a admitirlo nunca),tenia una cabra suelta en su casa y acababa de descubrir que podían existir chicos a los que no atraía. Aún así, aún tenia fuerzas para convencer a Madamme Covillon de que la coreografía que había preparado, algo sobre la muerte de un cisne en un lago, no era la mas adecuada para una fiesta. De nuevo con el apoyo de todas las chicas, Madamme Covillon admitió que Lancia tenia mucha razón, y dejó en sus manos la coreografía de la noche. El baile fue un éxito, ya que las chicas lo bordaron y a todo el mundo le encantó. Sin embargo Lancia tuvo algunos errores en sus pasos y Madamme Covillon lo notó. Al finalizar el baile, Covillon riñó a Lancia por tratar de abarcar demasiadas cosas: según ella, había cometido errores porque, llevada por su alocada personalidad, la fatiga física había hecho mella en ella, y debía dosificar y tomarse mas en serio las cosas. Se dirigió al salón de nuevo, mientras Maria trataba de animarla y, para su sorpresa, Frank también la recibió con un evidente cambio, mucho mas amable y tratando de consolarla. ¿Quizás en el fondo le preocupaba haber herido los sentimientos de Lancia o había algo más, ya fuera bueno o malo, detrás de este cambio de actitud? A pesar de que Lancia parecía atravesar una pequeña crisis, no le duro mucho cuando vió que sus padres estaban en el salón y hablaban con la Marquesa y el señor Noorgard apartados del resto de invitados. Nefer no parecía contenta y al cabo de un rato, cuando vió a Lancia y sus amigos, corrió a saludarles, dejando a los Heroes hablando con el señor Noorgard. Tras saludarles efusivamente y reñir a Nori por golpear las espinillas de sus camareros para poder alcanzar las bandejas de canapés, pidió a sus amigos si podían hablar a solas. Lancia convenció mas fácilmente a Frank para que le trajera algo de beber y Maria se retiró obediente. Daniella parecía flotar por la sala gritando los nombres de los famosos que veía en todos los lados.

Ya en pequeña camarilla, la Marquesa Nefer habló claramente con Lancia, Yamu y Nori sobre sus preocupaciones. Al parecer las últimas semanas habían empezado a ocurrir fenómenos muy extraños en todo el marquesado. Ademas del problema del socavón, el dragón tatuado y los extraños goblins que aparecieron de la nada, sumaba la aparición del monstruo calabaza, las extrañas luces de los peñascos y la repentina ferocidad de la Tormenta Verde, un curioso fenómeno climático del mar de Carabás. Y también le preocupa y mucho lo que les ha afectado a ellos mismos, cuando la extraña esfera de luz les alcanzó con un rayo. Lo mas molesto es que, al contárselo a sus amigos los Heroes, Vespero, Crom y Pirotess, estos parecieron no solo quitar importancia a estos hechos, sino que parecía que trataran de convencerla para que no investigara mas. Y en eso parecían coincidir con el señor Noorgard, cuya actitud le pareció muy sospechosa, pues es el primero que trata de que no use tanto sus poderes por miedo a una reacción anómala en la ciudad. ¿Acaso no le parece anómalo y raro todo lo que esta pasando ahora?¿Que tratan de ocultar o tramar los Heroes? Nefer les confesó que ya no podía fiarse de ellos, ni del señor Noorgard, y que confiaba en Lancia y Yamu personalmente, y no dudaba de la lealtad de Nori al no tener ninguna raiz ni antecedente en Carabás. Lo que les iba a proponer solo lo podían realizar ellos y era nada mas y nada menos que buscar una segunda opinión sobre los fenómenos que estaban pasando en Carabás, buscando al mago mas grande que conocía: El Archimago medio-dragón Jack Bowman-Loween. Si aceptaban deberían abandonar Carabás cuanto antes, por mar, en el mas absoluto de los secretos, viajar hasta el paso de Isengard en donde Jack tenia su Escuela de magia y consultarle a él el caso, llevándole muestras de los cristales y ofreciéndose ellos mismos como casos vivientes de afectados por la extraña magia. Los chicos no solo aceptaron, sino que algunos, o mas bien alguna, hasta estaba entusiasmada por la misión secreta que iban a emprender. Nefer les citó en unos minutos en uno de los reservados para discutir los pormenores del viaje mas discretamente, y mientras los chicos hablaban entusiasmados por la importancia de su misión, vieron que, sospechosamente, sus padres y el señor Noorgard se apartaban juntos a una discreta esquina del salón mientras intercambiaban miradas y gestos…y Frank Melher se acercaba a su vez, como quien no quiere la cosa, a esta secreta reunión…

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