Cronicas de Chapapotelandia. Una nueva esperanza

España, año del señor 1530, 7 de marzo. La historia empieza en una posada en el camino de Santiago. Transitado principalmente por peregrinos, que cumplen alguna promesa y comerciantes que venden principalmente productos básicos, aunque también hay excepciones.
Nuestro grupito de héroes se encuentra alojado en la posada, a la espera de que la caravana comercial con la que viajan, se eche de nuevo a al camino, para seguir con el viaje hasta la siguiente ciudad. Durante el desayudo, bastante frugal, siendo principalmente de algún chusco de pan duro, vino aguado y pocas aceitunas (debido a la racaneria de Oriol), Oriol tiene un rifirrafe con el posadero sobre el pago de las viandas, que casi degenera en una expulsión por la bravas del local, pero que finalmente acabo en acuerdo rápido con cobro igual de rápido. El grupo esta compuesto por Oriol (comerciante catalán), que va acompañado por Oleguer (un sirviente un poco pillastre), Anton (un guía de la zona según afirma), Cortes (soldado novato) y Ramiro (mercenario curtido).
A las pocas horas de partir de la posada, un grupo de cinco bandoleros les ataca cuando Anton se disponía a internarse en el bosque para conseguir algo de caza. Debido a la férrea defensa que se encuentran en el grupo los bandidos se ven obligados a huir sin nada, abandonando a su suerte a dos de ellos, uno de los cuales muere a manos de Ramiro y el otro es apresado para interrogarle mas tarde.
Momentos después del incidente, Ramiro se da cuenta de que una niebla espesa se esta formando en la zona, saliendo desde el bosque que linda con la carretera y en pocos minutos la visibilidad obliga a todos a acampar, donde buenamente pueden. Después de atar al bandido al carro y encender una hoguera para calentar sus huesos, se disponen a aguardar a que la niebla se disperse lo suficiente como para continuar la marcha. No tarda muchas horas en disiparse la niebla, pero para asombro de todos, lo que ven al retirarse la niebla es que ya no se encuentran donde deberían. Están en medio de la plaza de un pueblo en ruinas, sin sus pertenencias (las de Oriol) y totalmente solos.
El pueblo parece a simple vista totalmente abandonado, situado muy cerca de un castillo y rodeado por un bosque de aspecto normal. Ningún indicio hace presagiar lo que luego acontecerá. Después de explorar un poco los alrededores, Oleguer se agencia unos cuantos trastos en las casas (nada digno de mención ni de valor) y los demás simplemente echa un vistazo en el pueblo para ver si encuentra a alguien. Al no encontrar a nadie en todo el pueblo, deciden ir hacia la fortaleza que se divisa no muy lejos y en ese momento sale desde el bosque un hombre, visiblemente enfadado, que maldice en voz alta su suerte. Al darse cuenta de que no esta solo en el pueblo, les indica de forma bastante efusiva que no están seguros ahí, que harían bien en abandonar el pueblo y dirigirse a la fortaleza.
Nuestro grupo de aventureros no le hace mucho caso, empezando por Oriol, que en lugar de prestar atención a las palabras del recién llegado, se dedica a intentar entablar una conversación con el, mientras los demás se quedan mirando. Mientras todo esto sucedía, Oleguer da un traspiés en algo, que después de palpar a ciegas en la niebla que cubre el suelo, determina que se trata de un cuerpo, que momentos después de ser palpado por Oleguer empieza a levantarse del suelo.
Un grupo de cadáveres han sorprendido al grupo saliendo de entre la niebla, aunque nadie podría asegurar que no estuvieran allí desde el primer momento, tampoco pueden afirmar lo contrario debido a que no se podía ver nada. Decididos a hacer caso al recién llegado, se dirigen a buen paso hacia el castillo, seguidos con paso firme pero lento por los cadáveres andantes.
Al llegar al castillo atrancan la puerta como buenamente pueden, dándose cuenta del ruinoso estado de la fortaleza en general, pero también de que el edificio principal se encuentra en bastante buen estado. Ningún pendón o bandera que pudiera identificar el lugar, adorna la fortaleza. Las defensas de la misma se encuentran en bastante mal estado, notándose a simple vista que es debido a algún ataque sufrido hace muchos años.
Una vez se encuentran en un lugar seguro, el recién llegado se decide a presentarse y contarles lo poco que sabe sobre el asunto. Dice llamarse Rodolfo, ser mercenario, que se encontraba viajando por el camino de Santiago, cuando al internarse en el bosque para cazar algo que comer, se vio sorprendido por una niebla muy espesa y después de intentar salir del bosque, con la poca visibilidad que tenia, apareció en el linde de este pueblo. Después de explorar los alrededores y no encontrar nada, se decidió a ir al castillo para ver si en el interior había alguien o en su defecto, algo de valor que pudiera llevarse. Les muestra que en su zurrón llevaba unos cuantos objetos de valor, principalmente candelabros de plata y cubiertos. Lo único que llama la atención es un collar, con un medallón de oro, grabado con símbolos en latín, un pentagrama y un rubí con forma de corazón. Después de conseguir este botín, se fue hacia el bosque con la intención de abandonar este sórdido lugar y fue abordado por cadáveres andantes, siendo esa la razón por la que increpaba al grupo para que no se quedaran el pueblo, porque conocía el peligro. Intento varias veces abandonar la zona por el bosque, pero no podía, dado que cada vez volvía a aparecer en el mismo lugar por el que llego la primera vez, en el bosque, junto al pueblo. Tras una serie de acontecimientos inexplicables, el colgante acaba desapareciendo de forma misteriosa (en el bolsillo de Oleguer), mientras un grupo de cadáveres de guardias sorprenden al grupo en el patio de armas de la fortaleza. Para evitar tener que luchar con estos guardias y con los cadáveres que se oían amontonándose a la puertas de la fortaleza, deciden que lo mejor es entrar en el edifico principal y atrancar las puertas.
Después de entrar en el edificio y tras cerrar la puerta, se percatan horrorizados de que en lugar de hallarse dentro de un palacio, están en unas catacumbas de aspecto horrible. El lugar donde debería de estar la puerta de entrada, se ha transformado en una pared sin aberturas aparentes, en la que luce un mural pintado en ella. El resto de la estancia es bastante macabro, cubierto el suelo de esqueletos y con las paredes supurando sangre continuamente de una forma antinatural, que les hace plantearse sus creencias racionales. El mural representa el sacrificio de un becerro en un altar, por una serie de personas vestidas con hábitos monacales. Una de esas personas porta en su mano el collar que había encontrado Rodolfo en el edificio y que según Oleguer (basándose en sus conocimientos sobre el tema mágico) podía ser algún tipo de objeto ritual relacionado con el maligno. Rodolfo estaba tan sorprendido por el aspecto del lugar como los demás, ya que según afirmaba, el edificio no era así la primera vez que el entro a rapiñar.
Intentando averiguar que había podido pasar para encontrase en este lugar tan macabro, explorando las diferentes salas de las catacumbas sangrantes, se encuentran con varios grupos de monjes, que aparentan estar completamente locos y tienen en su posesión una extrañas piezas metálicas con parte del mural pintado en una de sus caras. En una de las salas también tienen que dar buena cuenta de un grupo de guardias muertos hace mucho, que se levantaron para atacarles y de los cuales tras su muerte, salieron animas que huyeron del lugar. Gracias a un libro encontrado en una de las salas y unas instrucciones encontradas en manos de uno de los monjes locos, averiguan en que consiste y para que sirven las piezas además del collar. En una jaula encerrada, vigilada por dos monjes locos, se encuentran a una chica, que afirma ser doncella del castillo al servicio del señor, que ha sido presa por los monjes, para su posterior sacrificio a Belcebú, llamada María (como la bruja que según los registros encontrados por el grupo, realizo el ritual que les llevo a todos a este “infierno”). Después de comprobar que la chica dice la verdad, mediante el método de hacer que bese un crucifijo y rece el padre nuestro, Oriol intenta emparejar a la chica con Cortes (el sabrá porque). En otra de las salas se encuentra con un monje moribundo que porta una de las piezas y les explica antes de morir lo que aconteció en el castillo. Según cuenta al ver que el castillo, atacado por infieles musulmanes, se encontraba al borde de capitular, atendieron a los consejos de María, la amante del señor del lugar, que afirmaba tener la solución para poder escapar de allí a un lugar seguro. Realizaron un ritual, que según ella no era maligno, que les trajo a este lugar donde se encuentran y algunos monjes, después de percatarse de las oscuras intenciones de María, se llevaron las piezas del mosaico y el collar, desperdigándose por las salas. No sabe que ha sido de María, que tras apuñalarle se fue de la sala. Solo sabe que los demás monjes enloquecieron al verse encerrados aquí. Les explica que es lo que tienen que hacer para abrir la puerta en la sala del mosaico y afirma que eso les llevara a la libertad, tras lo que expira su ultimo aliento.
Una vez en la cueva donde se encuentra el mosaico, se disponen a seguir las instrucciones que han podido averiguar gracias a varias fuentes. Tras completar el mosaico con las piezas encontradas, solo faltaba el collar, que según Oleguer aparecería dentro del cofre de las piezas si rezaban con el suficiente fervor. Dado que no lo tenían, ni sabían donde encontrarlo, se dispusieron a hacer tal cosa y al acabar la oración, vieron que en el interior del cofre, había aparecido de forma milagrosa el collar desaparecido (aunque Rodolfo si que se percato de la maniobra de Oleguer al introducir el collar dentro del cofre, pero decidió callarse por el bien común), se disponen a completar la apertura de la puerta colocando el collar en el pedestal de la sala donde se encuentra el mosaico.
Después de esto ven como el mosaico se convierte en el mural de la primera sala, que poco a poco va cambiando mostrando la escena del sacrificio y como una mujer muy bella les engaña a todos para sus oscuros propósitos. El mural termina convertido en una especie de pasadizo sangriento, a través del cual ven acercase a una persona con alas negras, que obviamente es el Ángel Caído. Este, tras salir del portal les increpa diciéndoles que su hora ha llegado y que no quiere intrusos en su reino. Tras lo que invocando a una gran hueste de animas que poseen los esqueletos que hay en el suelo, estos levantan acabando con la vida de todo el grupo sin posibilidad de defenderse (había muchos), cumpliendo así sin remisión la amenaza de Lucifer sobre que había llegado su hora. Mientras el ultimo aliento de su existencia se les escapa, cuando creían que habían muerto y no había esperanzo, despiertan en un lugar extraño atendidos por personas vestidas de formas extrañas. Se encuentran en el mismo castillo, pero según afirma la mujer con la que están hablando, el año es el 2015 y el lugar es un museo. Parece como un sueño, ya que no están muertos, si no que están en otro lugar, en otra época y ellos también portan ropajes extraños. Las visiones de este lugar pasan pronto, dado que debido a la perdida de sus posesiones o al impacto psicológico, varios miembros del grupo se alteraron mucho, teniendo que serles administrado algún tipo de medicina, que les tranquiliza, haciendo que caigan otra vez en el sueño. Finalmente se despiertan cerca del camino donde habían acampado. Están otra vez con la caravana comercial con la que viajaban, junto al carro con las pertenencias de Oriol, donde esta el prisionero atado y aun inconsciente. Cerca de allí, saliendo del bosque se encuentran Rodolfo y María. No conservan nada de lo que habían conseguido en ese maldito lugar, pero si que han perdido las flechas / balas que usaron durante las refriegas, dando a entender que el encuentro ha sido real, por lo menos en cuanto a las perdidas, que no a los beneficios. María esta muy agradecida a nuestro variopinto grupo y decide aceptar la oferta de Oriol para ser su sirvienta, mostrándose especialmente cariñosa con ellos. Rodolfo decide unirse al grupo como mercenario que es, al menos hasta que encuentre algo mejor, ya que un dinero extra nunca esta de mas. Por fin pueden seguir el camino, pero algo ha cambiado las cosas, para bien o para mal. Todos tienen un lunar en el cuello, de color rojo, en la parte de la nuca (y cuando digo todos, son todos, incluidos Rodolfo y María). Un punto pequeño color sangre, recuerdo de su paso por el infierno sangriento y algo mas, recuerdo de su paso por un tiempo indeterminado. De su paso por un lugar en el futuro.

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